contagio

Se trata de contagios anteriores al año 1990 y en riesgo de desarrollar graves enfermedades hepáticas.

Los pacientes que contrajeron el virus de la hepatitis C antes de 1990 tienen riesgo de desarrollar enfermedad hepática grave entre 2010 y 2030, por lo que la mortalidad, morbilidad e impacto económico continuarán aumentando, debido fundamentalmente a los casos de cirrosis y de hepatocarcinoma. Por ello, la hepatitis precisa de «un abordaje de salud pública con objetivos globales, y no solo centrados en el coste de los fármacos», según Javier Crespo, jefe de Medicina Digestiva del Hospital Marqués de Valdecilla, y José Luis Calleja, jefe adjunto de Gastroenterología del Hospital Puerta de Hierro, de Madrid. Ambos dirigen desde el VI Aula Abierta Multidisciplinar en Hepatología, bajo el patrocinio de Gilead y con el apoyo de la Asociación Española para el Estudio del Hígado.

Según Calleja, la morbimortalidad e impacto económico de este virus se incrementará, dado que la infección está ligada a complicaciones tan graves como la cirrosis y el hepatocarcinoma. «Aunque la incidencia no ha aumentado, los costes asociados con el tratamiento de las consecuencias de las infecciones crónicas sí crecen cada año, y se prevé que tengan un impacto significativo en los sistemas sanitarios, principalmente el trasplante hepático, las complicaciones de la cirrosis y el hepatocarcinoma».

Terapia a largo plazo
Según Mónica Ausejo, directora de Government Affaires de Gilead España, una de las novedades más importantes en hepatología ha sido el abordaje de la hepatitis B: «La consolidación, en primer lugar, del concepto de que el tratamiento a largo plazo con los fármacos adecuados no solo consigue evitar la progresión de la enfermedad, sino que también se puede revertir de manera importante en pacientes con cirrosis, ha sido decisiva». Según Crespo, «un estudio reciente demuestra que tratar la enfermedad a largo plazo supone su regresión en el 99 % de los pacientes cirróticos».

Respecto a la hepatitis C, Crespo considera que los últimos tratamientos frente a hepatitis C, comercializados a partir de 2011, han incrementado la tasa de curación en subgrupos escogidos, al pasar del 45 al 75 % actual. En el caso de la hepatitis por virus B, los fármacos de segunda generación «han conseguido el control en la práctica totalidad de los enfermos que tratamos, siendo la resistencia al tratamiento mínima o nula».
septiembre 27/2013 (Diario Médico)

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