El hallazgo de este marcador es detectable en pequeñas muestras de piel y puede ser útil en casos de pacientes de difícil diagnóstico, en personas con antecedentes familiares por esta enfermedad y, incluso, para un diagnóstico precoz. Ampliar…
Un estudio realizado en los Estados Unidos en ratones mostró que su piel dispone de unas células «con memoria» que proporcionan una protección rápida y duradera contra las infecciones cutáneas ya sufridas, según recoge hoy la revista británica Nature.
Las llamadas «células T de memoria» pueden ser circulantes -es decir, que se encuentran en la sangre y en los nódulos linfáticos-, o localizadas en un tejido específico, y ambas se generan una vez que el cuerpo ha detectado la existencia de un agente infeccioso.
En este caso, los científicos inocularon el virus del herpes simple a los ratones y observaron la reacción de los dos tipos de células un mes después del origen de la infección.
Así, comprobaron que la respuesta de las células T de memoria albergadas en la piel fue superior a la de sus equivalentes circulantes, y que se reprodujeron para dar una respuesta «rápida y contundente» contra la infección, gracias a la segregación de citocinas, unas proteínas responsables del mecanismo de inflamación.
Según explica Thomas Kupper, dermatólogo del Hospital Brigham and Women de Boston (EEUU), su equipo no solo encontró células T de memoria en el tejido infectado por el herpes, sino también en zonas alejadas de la infección.
Aunque en estas áreas de la piel la cantidad de estas células era menor, su efecto protector era el mismo que en las zonas infectadas.
De todo ello, los científicos deducen que las células T de memoria localizada protegen contra una reaparición del herpes en toda la piel, y no sólo en aquellos lugares que sufrieron la infección en un primer momento.
Asimismo, estas células perduraron tanto en la dermis como en la epidermis de la piel durante, al menos, seis meses, período en el que los roedores estuvieron protegidos contra una posible reaparición del herpes.
«Creemos que esta es una forma no reconocida previamente por la que el sistema inmune nos protege de microorganismos patógenos en el medio ambiente y nos mantiene libres de la enfermedad (en su mayor parte) desde hace décadas», explicó Kupper.
Además de en la piel, las investigaciones en humanos han encontrado células de este tipo en los pulmones, la mucosa cervical y el tracto intestinal.
Para Kupper, esta línea de investigación podría influir en el diseño de vacunas y proporcionar una mejor comprensión de aquellas enfermedades infecciosas en humanos en las que intervienen esta clase de células.
«La mayoría de las vacunas modernas se aplican en el tejido muscular, pero el músculo nunca ha tenido que evolucionar para combatir la infección, mientras que la piel sí. Creemos que el objetivo de la investigación en vacunas debería ser crear células T de memoria residentes que vivan en los tejidos periféricos relevantes», añadió Kupper.
Así, «para el VIH, nos gustaría crear células T de memoria que vivan en la mucosa gastrointestinal y reproductiva, mientras que para la hepatitis C, nos gustaría crearlas en el hígado», expresó Kupper.
Según este experto, la mayoría de las vacunas se evalúan según lo buenas que son generando una respuesta de anticuerpos.
«Nosotros pensamos que para muchos patógenos, la respuesta de los anticuerpos es menos importante que la respuesta de las células T», subrayó Kupper.
Febrero 29/2012 Londres, (PL)
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