Un grupo de investigación ha demostrado por primera vez que el tabaquismo pasivo altera el desarrollo cognitivo de los bebés de la misma forma en que lo hace en madres fumadoras. Independientemente de cuál sea la forma de consumo del tabaco, activa o pasiva, la nicotina pasa al torrente sanguíneo de la madre, atraviesa la placenta y afecta directamente el sistema nervioso central del feto.
El estudio incluyó a 158 madres y a sus hijos. Durante el embarazo se registró, mediante cuestionarios administrados cada trimestre, el consumo de tabaco (activo y pasivo), alcohol y otras drogas. Una vez que nacieron los hijos, se llevó a cabo una evaluación de su comportamiento a las 48 horas de vida y un seguimiento de su desarrollo cognitivo a los 6, 12 y 30 meses mediante las Bayley Scales of Infant Development.
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