Los expertos abogan por la incorporación de la farmacogenética a la práctica clínica para individualizar las terapias y optimizar los resultados.
Se estima que al menos uno de cada tres enfermos no responde adecuadamente a los fármacos; sin embargo, muchos de ellos podrían beneficiarse de la farmacogenética. Así se ha puesto de manifiesto en el transcurso de una mesa redonda, con el patrocinio de Roche, celebrada en el marco del 6º Congreso Europeo de Farmacología, que se está llevando a cabo en Granada.
Para Julio Benítez, catedrático de Farmacología la Universidad de Extremadura, «resulta inaceptable en estos momentos que al menos 10 de cada 30 pacientes que acuden a las consultas y que están siendo tratados con terapias teóricamente correctas no vayan a responder adecuadamente a las mismas y, es más, muchos de ellos incluso desarrollarán efectos adversos evitables». De ese tercio de pacientes que no responden adecuadamente a la terapia prescrita, subraya Benítez, «al menos la mitad podrían beneficiarse significativamente con la incorporación en su manejo clínico de estudios farmacogenéticos».
Desde el punto de vista de la tolerabilidad y seguridad farmacológica, las aportaciones de la Farmacogenética son también halagüeñas. Extrapolando datos de Estados Unidos, se ha estimado que en España mueren anualmente el triple de personas por efectos adversos de los fármacos que por accidentes de tráfico. «Esto no quiere decir que tengamos unos fármacos malos; el problema es que se usan mal, en dosis incorrectas, en el paciente no adecuado…», indica Benítez, quien asegura que, «en estos casos, la Farmacogenética resulta imprescindible, puesto que puede ayudarnos a detectar qué personas están predispuestas genéticamente a responder mal o a desarrollar algún evento adverso frente a un determinado medicamento».
Para este experto, el hecho de que se esté relegando a la farmacogenética en la práctica clínica está suponiendo que, por ejemplo en Estados Unidos, empiece a haber reclamaciones legales por parte de los pacientes. Según concluye, «cada año que se retrasa la incorporación y generalización de la farmacogenética a la práctica clínica se está produciendo un grave perjuicio a muchos pacientes, algunos de los cuales se quedarán por el camino y otros, simplemente, están perdiendo calidad de vida». Como solución, propone «la estrecha y urgente colaboración de las autoridades sanitarias, los sistemas de salud, las agencias reguladoras, las empresas farmacéuticas, los investigadores, los médicos y los pacientes».
De la investigación a la práctica clínica:
Lejos de la creencia generalizada, la exigencia de incluir los conocimientos farmacogenéticos en la práctica clínica no implica necesariamente la realización de pruebas inicialmente costosas y complejas a todos los pacientes (como la genotipación del ADN), sino que en muchos casos supone únicamente la aplicación de unos principios farmacogenéticos/farmacogenómicos básicos, y de sentido común, que permitan adaptar los protocolos terapéuticos a cada caso en particular. «La farmacogenética no es solo genotipación y secuenciación del ADN, sino que también tiene un claro componente traslacional y aplicable a la práctica clínica diaria», recuerda Benítez, que desarrolla su trabajo clínico en el Hospital Infanta Cristina de Badajoz.
Y es que, a pesar de su aparente innovación y revolución, y tal como ilustra este especialista, «la farmacogenética viene a avalar algo que ya se dijo hace más de un siglo: no hay enfermedades sino enfermos». Partiendo de esta premisa, apunta, «la farmacogenética individualiza las decisiones terapéuticas en un determinado enfermo, para maximizar la eficacia y minimizar los efectos adversos».
julio 23/2012 (JANO.es)
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