Conocer el origen de un brote psicótico es fundamental para proponer el tratamiento y el seguimiento de la enfermedad más adecuados. Ampliar…
El análisis de imágenes de cerebros de grupos de presos muestran diferencias importantes entre aquellos que son diagnosticados como psicópatas, y los que no, según un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos. Los resultados, que han sido publicados en The Journal of Neuroscience, podrían ayudar a explicar el cruel e impulsivo comportamiento anti-social exhibido por algunos psicópatas. El estudio concluye que los psicópatas muestran una reducción de las conexiones entre la corteza prefrontal ventromedial (CPFVM), la parte del cerebro responsable de sentimientos como la empatía y la culpa, y la amígdala, que interviene en el miedo y la ansiedad. Para realizar el análisis cerebral se tomaron dos tipos de imágenes del cerebro; por un lado, la resonancia magnética con tensores de difusión mostró una reducción de la integridad estructural de las fibras de materia blanca que conectan las dos áreas (la CPFVM y la amígdala), mientras que la imagen por resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés) mostró una menor actividad coordinada entre la CPFVM y la amígdala. El estudio, que tuvo lugar en una prisión de mediana seguridad en Wisconsin, es una colaboración única entre tres laboratorios; en él participaron el profesor de psicología Joseph Newman, de Wisconsin, el doctor Kent Kiehl, de la Universidad de Nuevo México y Koenigs y su estudiante, Julian Motzkin. El estudio comparó los cerebros de 20 presos con diagnóstico de psicopatía con los cerebros de otros 20 presos que cometieron delitos similares, pero no fueron diagnosticados con esta enfermedad. «La combinación de alteraciones estructurales y funcionales proporciona una evidencia convincente de que la disfunción observada en este importante circuito socio-emocional, es una característica estable en los delincuentes psicópatas», explica Newman.
Noviembre 24/2011 (Diario Salud)
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