La excelencia en la redacción científica

El proceso investigativo implica varias etapas para su realización, cada una de ellas con características propias, lo que convierten a este medio en un proceso complejo, pero a la vez único, donde cada autor hace uso del conocimiento y sobretodo, de la experiencia acumulada, con el objetivo de dar respuesta a una problemática o necesidad de impacto social.

Su finalidad se logra a través de la obtención de resultados y de su posterior discusión, sobre la base del juicio crítico del investigador. Estos son presentados a la comunidad científica mediante el informe final de la investigación y se estructura de acuerdo a la actividad científica realizada, sobre la base de la metodología planteada.

La redacción científica constituye la médula fundamental para la presentación final de los resultados. Se caracteriza por el uso de un lenguaje claro y sencillo, sin perder su carácter científico, basado en el empleo exquisito del idioma en cuestión y en los aspectos éticos de la investigación.

Por la importancia de este tema para todos aquellos que dedicamos una buena parte de la vida a publicar los resultados de nuestras investigaciones, compartimos este trabajo editorial publicado por el Dr. Luis Enrique Jiménez Franco, de la Facultad de Ciencias Médicas “Dr. Raúl Dorticós Torrado” Cienfuegos en la revista Archivos del Hospital Universitario «General Calixto García».

Sin embargo, se presentan situaciones donde la excelencia y relevancia de los resultados se ven opacados por errores comunes y de fácil solución, que empañan la transparencia de la redacción. Para su mejor comprensión se han clasificados en errores de macroescritura y microescritura.

Errores de macroescritura

  • Título extenso (mayor de 15 palabras), poco atractivo al lector, incompresible y sin concordancia con el objetivo de la investigación.
  • Resumen extenso (superior a 250 palabras), en este no se sintetizan los aspectos fundamentales del estudio y abandona la escritura en pretérito del impersonal.
  • Palabras clave insuficientes, estas no guardan relación con el estudio y no utilizan términos generados por descriptores como suelen ser los de las ciencias de la salud, por ejemplo (http://decs2020.bvsalud.org).
  • La introducción carece de marco teórico, antecedentes del problema y de la situación actual.
  • Los objetivos se encuentran formulados de forma inadecuada y no guardan relación con el título y tipo de estudio.
  • En los resultados se describen procedimientos y pruebas estadísticas, además de repetirse la información expuesta en tablas y gráficos.
  • Los resultados obtenidos no se contrastan con estudios previos y la discusión carece de criterios personales.
  • Las conclusiones son extensas sin dar respuesta al objetivo.
  • El informe adolece de las limitaciones del estudio, además de carecer -por último- de aquellas sugerencias capaces de destacar para qué o quiénes se realizó la investigación.

Errores de microescritura

  • Falta de claridad, concordancia y coherencia entre las ideas.
  • Utilización del lenguaje coloquial.
  • Uso excesivo de formas impersonales del verbo (en especial los gerundios) y vocablos del sufijo «mente».
  • Pobreza en el lenguaje al utilizar términos de manera reiterada en lugar de sinónimos.
  • Criterios fuera del contexto científico y ético.
  • Errores sintácticos, semánticos y gramaticales.
  • Errores ortográficos.
  • Nombres científicos incorrectos.

De acuerdo a Hernández-Vega y otros, el primer grupo atenta contra los aspectos metodológicos que toda investigación debe cumplir, criterios metodológico estos, formulados según el tipo de estudio a desarrollar y que sirven de guía para la preparación final del informe de la investigación. Fundamenta su utilidad como herramientas para la presentación visual de los resultados, que sirven al revisor como base valorativa de la calidad en la investigación realizada.

Villao Villacrés F y otros,  así como Vázquez-Miraz y otros reconocen que los errores sintácticos y gramaticales, junto al bajo nivel de coherencia, concordancia y claridad en las ideas, se presentan en más del 50 % de los trabajos. Supone entonces, un grupo de errores de gran connotación. Meza y otros  determinaron en su estudio que solo el 6,15 % de los trabajos analizados, contaban con ideas contentivas de una estructura semántica y sintáctica correcta. Por su parte, Iglesias-Osores y otros dan a conocer que los errores ortográficos aún persisten como flagelos importantes dentro de la redacción.

Resulta entonces una necesidad evidente continuar el trabajo que permita el logro de una redacción científica de excelencia. Este debe ser el resultado de un proceso de formación continua y con un alto interés personal por la superación constante, bajo el criterio de que hacer, se aprende haciendo. Los procesos de selección, evaluación y edición efectuados con la competencia de los equipos editoriales en cada órgano de información científica y tecnológica, también coadyuvan en dicho empeño, en aras de aportar a la calidad del producto final.

Fuente: Jiménez-Franco L. Excelencia en la redacción científica. Archivos del Hospital Universitario «General Calixto García» [Internet]. 2021 [citado 11 Nov 2021]; 9 (2) 

En: Editorial #

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