Acercamiento histórico al Laboratorio Clínico

En un principio no existía en absoluto una prueba analítica de investigación de laboratorio que apoyara y diera seguridad a los diagnósticos. Con el tiempo, de aquellos primeros trabajos de laboratorio de investigación se fue llegando al laboratorio de rutina, aplicable al diagnóstico de las enfermedades. En sus inicios, estos trabajos, eran a veces de puro orden químico, otros microbiológicos, otros citológicos, que fueron encontrando una aplicación adecuada a un gran número de casos en que una simple determinación de laboratorio resolvía, de modo definitivo y seguro, lo que la clínica no podía llegar a descifrar.

De este modo, el trabajo clínico fue haciéndose cada vez más fácil y seguro, puesto que el médico general podía contar para sus apreciaciones de la seguridad de estas investigaciones de laboratorio. Y es así como, lentamente, se va estableciendo una de las especialidades médicas más amplias y difíciles y que exigen del médico una cultura, un sacrificio y un trabajo muy calificado.

Precisamente el conjunto de estas actividades es lo que constituye hoy la especialidad médica del Laboratorio Clínico y para ejercerla a plenitud, es necesario no solo el título de médico como elemento fundamental indispensable, sino además, una preparación y dedicación especial durante años. El Laboratorio Clínico deviene así, en el colaborador máximo de la clínica en general.

El Laboratorio Clínico queda reconocido plenamente  Cuba el 17 de diciembre de 1945, fecha en que queda constituida la Sociedad Cubana de Médicos Laboratoristas Clínicos, cuyos estatutos originales fueron redactados por los Dres. Recio, Sellek y Torra. En febrero 13 de 1948 la Junta Nacional de Salubridad y Asistencia Social reconoció el Laboratorio Clínico como ““rama exclusiva de la profesión médica” y en julio 15 de 1949, el Ministro de Salubridad, prof. Carlos M. Ramírez Corría sancionó ese acuerdo.

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