Cada año aumenta la cifra de personas que rebasan el umbral de los 60 años, logro que puede traducirse en desafío si no se alcanzan las políticas sociales adecuadas. Envejecer no es sinónimo de estar enfermo, ni los adultos mayores son receptores pasivos de los servicios médicos; de ahí que la Organización Mundial de la Salud apueste en la Década del Envejecimiento Saludable (2020-2030) por estimular y mantener la capacidad funcional en este grupo de población.
En ese sentido, Cuba cuenta desde 1996 con un Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor, que tiene el propósito de garantizar una atención de salud ajustada a las necesidades de esas personas y lograr que vivan una vejez activa y saludable.
Al cierre del 2020, año marcado por la incidencia del SARS-CoV-2, causante de la pandemia de la COVID-19, el país registró un incremento en las personas mayores de 60 años, al reportarse que el 21,3 por ciento de la población cubana se encuentra en ese grupo de edad.
A pesar del coronavirus y la tensa situación económica del país, agravada por las políticas de Washington, durante el pasado año se inauguraron dos hogares de ancianos, uno en Matanzas y otro en Pinar del Río, para un total de 157 en la nación con unas 12 mil 561 camas.
Cuba posee 300 casas de abuelos, de ellas seis se abrieron en 2020, tres en la provincia de Matanzas y el resto en La Habana, Cienfuegos y Las Tunas con una capacidad de 10 mil 258 plazas, de las cuales se destinaron 39 a quienes presenten deterioro cognitivo, modalidad de atención que se ha extendido a todas las instituciones de salud.
También incrementaron las especialidades vinculadas a los adultos mayores con 53 servicios de Geriatría y mil 071 camas, 286 especialistas en Gerontología y Geriatría y 149 residentes. Se actualizó, además, la Estrategia Nacional para la Enfermedad de Alzheimer, con consulta de memoria en los servicios de larga estadía de los hospitales psiquiátricos y en 45 municipios del país.
Para reducir el impacto de la pandemia en los mayores de 60 años, considerados como población de alto riesgo, se aplicaron varias medidas que han sido retomadas en los municipios en fase de transmisión autóctona limitada.
El servicio de casas de abuelo se cerró, aunque se mantuvo la alimentación para aquellos que la solicitaran. En los hogares de ancianos se aprobaron protocolos sanitarios con medidas organizativas, epidemiológicas, preventivas y terapéuticas, entre ellas: se suspendieron las visitas y pases internos, las actividades deportivas y culturales fueron asumidas por los propios trabajadores y no por el INDER y Cultura como está establecido por convenio.
En el caso de los nuevos ingresos solo se permitió a aquellas personas con situación social crítica que tuviesen un PCR negativo, aún así se aislaron por 14 días con vigilancia extrema.
Asimismo, se empleó el medicamento cubano Biomodulina T en los hogares de ancianos, lo que permitió disminuir la tasa mensual de ingresos hospitalarios, las infecciones respiratorias agudas y la mortalidad por neumonía/IRA. Además, el fármaco se utilizó en eventos de trasmisión local en poblaciones con alto riesgo de infección por COVID-19.
En cuanto a la tasa de mortalidad en el grupo de edad de 60-74 años en 2019 alcanzó un 19,9 por ciento y se estima que el 2020 reporte un ligero incremento de 0,5, lo que representa una tasa de 20,4 fallecidos.
Para el 2021, el Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor continuará atendiendo las necesidades de esta creciente población, sin dejar de fomentar su inclusión en las tareas económicas, políticas y sociales, y el empleo mayoritario de las personas aptas para trabajar.