La Embriología en la Edad Antigua
Es probable que, desde el momento lejano en que el hombre puso huevos de gallina en incubadoras artificiales (y esto nos remonta a varios millares de años), se le ocurriese romper, de vez en cuando, la cáscara de un huevo y observar el espectáculo sorprendente de la transformación del huevo en pollito.
Con Hipócrates (c. 460-c. 377 a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C.) se relacionan no solo determinados conocimientos en la esfera del desarrollo de los organismos, sino también la formulación de importantes nociones embriológicas.
Los primeros datos sobre la estructura fina de los organismos fueron obtenidos a partir de material no tratado, mediante la observación directa realizada con la ayuda de aparatos de magnificación. En este sentido, podríamos situar el punto de partida en la Grecia clásica con la observación de plantas y animales mediante ampollas de cristal llenas de agua, diseñadas por Euclides en el 390 a.C. y fabricadas por Aristóteles quien anatomizó y descubrió los embriones de muchos animales, abrió los huevos de pollo en distintos estadíos de desarrollo y estudio el desarrollo del corazón del embrión de pollo.
En los primeros siglos de nuestra era destaca la figura de Galeno (131-200 d.C.), considerado como el primer experimentador ya que no solo recopila los conocimientos médicos de su época sino que realiza numerosos experimentos estableciendo nociones básicas sobre la Fisiología del Sistema Circulatorio y del Sistema Nervioso. Estas observaciones y sus conclusiones en ocasiones erróneas (“se equivoca el cadáver, no Galeno”), se mantuvieron aceptadas durante muchos siglos, en parte por una aplicación sesgada del Principio de Autoridad y por otra, por la ausencia de avances técnicos significativos en nuestro campo conceptual. En Embriología su aporte fue escaso.