Historia de la embriología

El Renacimiento

El Renacimiento restaura el interés por el estudio del origen, composición y desarrollo de animales y plantas. Es llamativo el avance en la Morfología, con las disecciones de personas y animales  que han quedado plasmadas en los maravillosos dibujos anatómicos de Leonardo da Vinci  (1432-1519) y en la impresionante obra de Andrés Vesalio “De humani corporis fabrica”.

La embriología de Leonardo da Vinci  esta contenida en el tercer volumen de sus cuadernos (el d’Anatomia de Quaderni) que  permaneció  desconocido hasta inicios del siglo XX. En su disección del útero embarazada se pintan bellamente las membranas. Él conocía el amnios y corión, y  conocía de los vasos contenidos en el cordón umbilical. Leonardo fue el primer embriólogo en hacer las observaciones cuantitativas del crecimiento embrionario; él definió, por ejemplo, la longitud de un embrión totalmente-crecido como un braccio (un brazo) y notó que el  hígado es relativamente mucho más grande en el feto que en el adulto. El también observó que el cuerpo humano crece diariamente mucho más en la etapa prenatal que después del nacimiento.

La aplicación del concepto de variación en el peso y clasificación  según tamaño para la edad gestacional  se hizo así primero por Leonardo más de cien años ante William Harvey.

Después de Leonardo nacieron  tres grandes embriólogos: Ulisse  Aldrovandi y Cesare Aranzio en  Bolonia y Girolamo Fabrizio d’Aquapendente. Fueron reconocidos anatomistas y realizaron bellos y exactos dibujos y descripciones del embrión humano y de otras especies.

Las ideas de Aristóteles empezaron a ser discutidas críticamente y algunos las rechazaron,  pero las nuevas teorías eran a menudo erróneas, confusas y bastante fantásticas. Las ideas religiosas y sociales de la época unidas a  la falta de cualquier método experimental, técnicas e instrumentos para verificar sus teorías limitaron el pensamiento científico de estos embriólogos.

Aldrovandi (1522-1605) fue el primer biólogo desde Aristóteles en abrir  los huevos de gallinas regularmente durante su período de la incubación, y describir en detalle las fases de su desarrollo. Desde aquel momento el huevo de polluelo se convirtió en  el objeto de  estudió para la mayoría de los embriólogos. Giulio Cesare Aranzio (1530-1589) publicó en 1564 un importante libro de embriología  “De Humano el libellus de Foetu”. Fue el primero en defender que la función de la placenta (el uteri del jecor) era purificar el suministro de la sangre al feto y que vasos sanguíneos fetales y maternos no se conectan. Descubrió el vaso que conecta la vena umbilical a la vena cava inferior que lleva su nombre.

Girolamo Fabrizio d’Aquapendente (1533-1619) profesor de anatomía en Padua probablemente fue el  embriólogo más importante de esta época. En sus famosos libros “De Formatione el et de Ovi Pulli Pennatorum” y “De Formato Foetu” de 1604 realiza aportes a la embriología comparada al describir detalladamente embriones de distintas especies,  sin embargo exhumó la teoría del Aristóteles de que al semen masculino le corresponde un papel secundario en la generación del embrión. Fabrizio también debe ser recordado como maestro de  William Harvey que durante cinco años en Padua  asiste a las lecciones de la anatomía de  Fabrizio.

Gabriele Falloppia (1523-1562), nacido en Módena y profesor de anatomía en Ferrara, Pisa y Padua, debe mencionarse como el descubridor de las trompas uterinas, pero su servicio a la embriología sólo fue indirecto.

William Harvey (1578-1657), médico inglés descubrió la circulación de la sangre y el papel del corazón en su propulsión, refutando así las teorías de Galeno y sentando las bases de la fisiología moderna. La precisión de sus observaciones estableció un modelo para futuras investigaciones biológicas. Sus investigaciones en el campo de la embriología quedaron reflejadas en Exercitationes de Generatione Animalium (Ensayos sobre la generación de los animales).

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