El ajedrez constituye un juego lúdico de multiples bondades en el desarrollo cognitivo, psicomotor y afectivo del individuo desde la infancia, hasta llegar al nivel macro, a través de su contribución en la solución de problemas relacionados con las áreas prioritarias de un país.
Resulta un instrumento multidisciplinario que favorece el pensamiento, juicio, planificación, imaginación, anticipación, paciencia, autocontrol, toma de decisiones, coraje, creatividad e inteligencia.
Su orígen se remonta 1500 años atrás, el cuál evolucionó hasta llegar a la forma actual. Se conjetura que nació en un país cercano a la India, de allí pasó a los persas y posteriormente a los musulmanes, quienes lo incorporaron a España. El ajedrez moderno fue creado en España hace poco más de 500 años, al añadirse la dama.
Su influencia a nivel intelectual se refleja en la atención, concentración, análisis y síntesis. Constituye una de las habilidades que más rápido se desarrolla porque se debe estar atento a cada movimiento, además de analizar las posibles combinaciones de jugadas y sintetizar cuál es la que cumple los requisitos para mejorar en el juego.
Durante la partida de ajedrez, cada movimiento está asociado con un acto de reflexión que precede a la elección del mismo. Este proceso de reflexión requiere atención (aplicación voluntaria del pensamiento a la actividad que se desarrolla) y concentración (la capacidad de aislarse voluntariamente del mundo exterior y centrarse exclusivamente en la acción que se desarrolla).
En diversos estudios se evidencia incremento del pensamiento lógico-matemático y cálculo mental, con la mejora en estas habilidades a través de jugadas, estrategias e intercambio de piezas. La creatividad, imaginación, adaptabilidad y flexibilidad se logran al idear diferentes posiciones que aseguren el triunfo, sin embargo, a medida que transcurre la partida se presentan situaciones en las que hay que adaptar las estrategias.
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