La oncología cubana está de luto. El pasado día 27 de agosto dejó de estar físicamente entre nosotros el insigne profesor Dr. Julio César Santana Garay. Al momento de fallecer el profesor ostentaba las condiciones de Investigador Titular y de Mérito, Especialista de Segundo Grado en Cirugía Máxilofacial y Profesor Titular. A inicio de los años 60 el Profesor Santana Garay integró aquel grupo de eminentes médicos que liderados por el Dr. Zoilo Marinello Vidaurreta fundaron el Hospital Oncológico de La Habana, institución que más tarde se convertiría en el Instituto de Oncología y Radiobiología. Su vasta obra en el campo de la estomatología y en particular en el de las neoplasias malignas de la cavidad oral, estuvo colmada de logros científicos y grandes aportes.
Así lo hacen constar sus más de 650 investigaciones presentadas en eventos nacionales e internacionales, alrededor de un centenar de artículos científicos en revistas médicas y sus 14 libros. Pero su aporte más relevante en este campo podría considerarse la creación en 1983 del primer programa de prevención de cáncer de cavidad oral en el mundo. Este programa impactó de manera considerable en la reducción de la mortalidad por este tipo de enfermedad en nuestro país e inspiró a que en otras regiones de Latinoamérica se llevaran a cabo este tipo de iniciativas.
El profesor ostentaba numerosos reconocimientos y galardones. Destacan la orden “Carlos J Finlay”, Medalla “Manuel Fajardo”, Medalla “José Tey”, Medalla “Frank País”, Medalla “Victoria de Playa Girón”, Premio Anual de la Salud entre muchas más. Pero sin dudas, el mayor reconocimiento a su destacada actividad cientifica fue cuando el 15 de julio de 2009, en reunión de la Federación Odontológica Latinoamerica, se proclamó el día 5 de diciembre, en conmemoración a su nacimiento, como el Día Latinoamericano de Lucha Contra el Cáncer Bucal.
Formador de numerosas generaciones de estomatólogos, cirujanos maxilofaciales, oncólogos, otorrinolaringólogos y especialistas en cirugía de tumores de cabeza y cuello, entre otros, nos deja un gran legado de entrega y consagración al trabajo, de modestia y humildad, que las nuevas generaciones sabremos honrar.
Lleguen nuestras más sentidas condolencias a familiares, amigos y colegas.
La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.
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