La mayoría de los adolescentes mayores con leucemia linfoblástica aguda (LLA) se puede curar con quimioterapia intensiva de riesgo controlado, en lugar de trasplante de células madre o radioterapia en el cráneo, publica Journal of Clinical Oncology. Esto representa un avance en el pronóstico de esos pacientes, señaló Ching-Hon Pui, jefe del Departamento de Oncología del Hospital de Investigación Infantil St. Jude, de Memphis, en Tennessee.
La LLA es bastante infrecuente en los adolescentes mayores, pero es difícil de tratar. Los autores sostienen que los adolescentes mayores suelen tener peores resultados, por lo menos en parte porque tienen una mayor prevalencia de leucemia de alto riesgo y una baja tolerancia y adherencia a la terapia.
El equipo evaluó a 963 pacientes pediátricos, incluidos 89 adolescentes mayores (de 15 a 18 años), que habían participado en cuatro ensayos entre 1991 y el 2007. En los tres primeros ensayos, el tratamiento se realizó a partir de las características clínicas y la genética de las células tumorales.
Pero en el último estudio, el nivel de enfermedad residual guió el tratamiento. Esa fase incluyó el uso intensivo de metotrexato, glucocorticoide, vincristina y asparaginasa, además de una terapia intratecal temprana en pacientes con LLA de alto riesgo.
El trasplante de células madre fue una opción para pacientes de alto riesgo, aunque el tratamiento temprano de esos pacientes fue idéntico al de los pacientes con LLA de riesgo estándar. Ningún paciente recibió radioterapia en el cráneo.
En los tres primeros ensayos, los adolescentes mayores tuvieron una supervivencia significativamente menor que los más jóvenes. Pero en el cuarto estudio, desapareció la brecha del pronóstico.
La supervivencia a cinco años libre de enfermedad fue del 86,4% para los adolescentes mayores y del 87,4% para los más jóvenes. La supervivencia general también mejoró: el 87,9% para los mayores y el 94,1% para los más jóvenes.
Pui dijo a Reuters Health: «Este estudio es el primero que utiliza el enfoque de enfermedad residual mínima al final de la inducción para identificar con precisión a los pacientes que necesitan un trasplante».
Y destacó otras características únicas del estudio: «La terapia personalizada a partir de la farmacoquinesis y la farmacogenética, la omisión total de radioterapia profiláctica en el cráneo y el monitoreo detallado de la adherencia al tratamiento».
Nueva York, diciembre 30/2010 (Reuters Health)