Investigadores del Imperial College de Londres, en Reino Unido, han descubierto que los bebés que tiene en su intestino un tipo de azúcar derivado de la leche materna estarían más protegidos frente al estreptococo del grupo B.
Un tipo de azúcar de origen natural en la leche materna puede tener efectos protectores en el bebé contra el estreptococo del grupo B, una infección bacteriana que puede encontrarse en la vagina o en el recto de una mujer embarazada y que puede ser mortal para el recién nacido.
Esta es la principal conclusión del último estudio realizado por el Imperial College de Londres, en Reino Unido, que demuestra que la leche materna de cada mujer contiene una mezcla de muchos tipos diferentes de azúcar, llamados oligosacáridos de leche humana. Estos no son digeridos en el abdomen del bebé y actúan como alimento para las “bacterias amistosas” del intestino de un bebé.
El estreptococo del grupo B es una causa común de meningitis en los recién nacidos y la principal causa de infección en los tres primeros meses de vida en el Reino Unido. Esta bacteria se encuentra de forma natural en la vagina y en los intestinos de la mujer, y se cree que una de cada tres puede transferirla al bebé durante el parto o posteriormente.
La investigación, realizada en 183 mujeres en Gambia y publicada en Clinical & Translational Immunology, podría conducir a nuevos tratamientos para proteger a las madres y los bebés de infecciones. Los investigadores plantean la posibilidad de dar suplementos específicos de azúcar en la leche materna de las mujeres embarazadas. Esto puede ayudar a prevenir las bacterias dañinas que consiguen en el intestino del bebé durante el parto y en las primeras semanas de vida.
Depende de un gen, no todas las leches valen
El tipo de azúcares que produce una mujer en su leche está dictada en parte por su composición genética. Un tipo de sistema genético en particular, llamado el sistema antígeno Lewis, juega un papel importante en la determinación de los azúcares de la leche materna.
En el estudio, el equipo analizó la leche de las madres con azúcares controlados por estos genes. Las mujeres que produjeron los azúcares de la leche materna ligados al gen Lewis eran menos propensas a tener las bacterias en sus intestinos, y sus bebés también eran menos propensos a adquirir las bacterias de sus madres al nacer.
Además, entre los bebés que tenían las bacterias en sus intestinos al nacer, los bebés cuyas madres producen un azúcar específico en la leche materna, llamado lacto-N-difucohexaose I, tenían más probabilidades de haber limpiado las bacterias de su cuerpo a los 60-89 días después del nacimiento. Por eso los investigadores plantean que este azúcar de la leche materna, que está vinculado al gen de Lewis, puede tener un efecto protector.
Mucho más cuando los investigadores demostraron en el laboratorio que la leche materna que contiene este azúcar en particular -lacto-N-difucohexaose I- era mejor para matar las bacterias estreptococos del grupo B en comparación con la leche materna sin este azúcar específico.
“A pesar de que es una investigación en fase inicial, se demuestra la complejidad de la leche materna y los beneficios que puede tener para el bebé. Cada vez más, la investigación sugiere que estos azúcares de la leche materna (oligosacáridos de la leche humana) pueden proteger contra las infecciones en el recién nacido, tales como el rotavirus y el estreptococo del grupo B, así como impulsar las bacterias amistosas del intestino de un niño”, ha señalado Nicholas Andreas, autor principal de la investigación del Departamento de Medicina del Imperial.
Los investigadores creen que los azúcares actúan como señuelos. Las bacterias se adhieren al azúcar y luego se excreta por el cuerpo. Este ayuda a proteger al bebé de la infección hasta que su propio sistema inmune es más maduro para luchar contra las bacterias, algo que ocurre alrededor de los seis meses.
Algunas empresas ya están explorando la adición de tales azúcares en la leche de fórmula, pero Andreas advierte que será difícil replicar la mezcla.
Agosto 30/2016 (Diario Médico) Fuente: Noticias de Salud Al Día
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