El 17 de junio de 1994 se proclamó por la Asamblea General de Naciones Unidas como día mundial de lucha contra la desertificación y la sequía dada la necesidad de cooperar en el plano internacional para luchar contra la desertificación y los efectos de la sequía y de aplicar la Convención de Lucha contra la Desertificación.
Este problema supone un verdadero reto para la sociedad moderna, tanto para los países desarrollados como para los que están en vías de desarrollo, ya que en la actualidad la crisis de la degradación de la tierra no se puede solucionar con el esfuerzo de un solo país debido al creciente problema del cambio climático. La degradación de la tierra intensifica las pérdidas económicas en el sector agrícola, altera los mercados de alimentos tanto locales como regionales y causa inestabilidad social y política.