¿Qué es la Anatomía?

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El estudio de la anatomía humana, literalmente disección o separación en sus partes, ha tenido diferentes enfoques a lo largo de la historia y se ha visto estimulado por motivos diversos: la necesidad de afrontar las lesiones, las enfermedades y la muerte, la creación de imágenes con fines estéticos, mágicos o religiosos y, junto a estas motivaciones de índole práctica, un fuerte elemento de curiosidad acerca de la naturaleza misteriosa de la vida humana y de sus mecanismos.

 Debido a las actitudes sociales y religiosas que han rodeado a la provisión de cuerpos humanos para la disección, el estudio de la anatomía tuvo connotaciones desfavorables, algunas de ellas macabras o antiintelectuales y otras más benignas. A medida que la ciencia médica fue progresando a lo largo del siglo XIX y alcanzó mayores éxitos en el tratamiento de las enfermedades, comenzó a aceptarse la necesidad de obtener cadáveres de forma lícita, para lo que se estableció un cuidadoso control legal. Las connotaciones siniestras de la anatomía fueron desapareciendo de manera gradual a medida que creció la consideración de los beneficios reportados por una enseñanza médica completa y una ampliación de los conocimientos de sus profesionales.

 El horizonte de la anatomía se fue expandiendo progresivamente a medida que se desarrollaron áreas especializadas de estudio. Desde la anatomía topográfica surgieron nuevos campos de investigación: antropología física, paleontología, anatomía comparada, biomecánica, quinesiología y estudios de imagen radiológicos y macroscópicos de otros tipos.

 A nivel microscópico, la histología siguió explorando un mundo nuevo de estructuras diminutas en el interior del cuerpo humano y, siguiendo el desarrollo de nuevos instrumentos y métodos de preparación, la anatomía forjó relaciones cada vez más íntimas con la bioquímica, la fisiología, la genética y la física. Los estudios embriológicos descubrieron también los complejos cambios del desarrollo prenatal y se hizo evidente que gran parte de la anatomía del adulto sólo podía entenderse mediante el conocimiento de su desarrollo prenatal.

 En el estudio del sistema nervioso, la neuroanatomía ocupó su lugar como uno de los métodos necesarios para la exploración neurobiológica, junto con la neurofisiología, la neurofarmacología, la psicología experimental y más recientemente, la biología molecular y el estudio de imagen dinámico de la totalidad del encéfalo.

 Debido a esta inmensa ramificación de intereses y a la imbricación del enfoque estructural con otras disciplinas, en la actualidad resulta difícil precisar el ámbito específico de la anatomía. Teniendo en cuenta los objetivos clínicos, está claro que debe ocuparse fundamentalmente de la anatomía topográfica humana, es decir, de realizar un análisis claro y detallado del cuerpo capaz de cubrir las necesidades de los cirujanos, de los médicos y de los distintos especialistas.

 El de anatomía es un término consagrado por el tiempo que abarca una gran variedad de esfuerzos, incluyendo todas las áreas del conocimiento relativo a la organización estructural del cuerpo humano y, como otras ramas de la ciencia, cambia constantemente a medida que los datos obtenidos en nuevas investigaciones transforman nuestro concepto de la organización dinámica del organismo. En el momento actual, la anatomía se preocupa cada vez con mayor intensidad por los procesos dinámicos, por la estructura viva en lugar de la muerta: está claro que la disección de cadáveres es esencial para conocer la arquitectura del cuerpo, pero también es importante añadir un conocimiento de la estructura del cuerpo vivo.

 Las técnicas de imagen controladas por computadoras amplían cada vez más nuestro conocimiento de la estructura vital tridimensional y desempeñan un papel fundamental no sólo en el diagnóstico clínico, sino también en la adquisición, almacenamiento y comunicación de los datos anatómicos. Las técnicas de embriología experimental, combinadas con la microscopía, la biología molecular y la genética molecular, nos ayudan también a ver cómo el cuerpo adulto adquiere su forma final, por qué aparecen variaciones de su estructura y cómo el organismo regula su organización microscópica en tejidos y órganos normales y en regeneración.

 INTEGRACIÓN O ESPECIALIZACIÓN

 La anatomía forma parte del espectro del conocimiento humano.

Como en todos los campos de la experiencia, es posible contemplar la anatomía humana desde lo que, en esencia, constituye un punto de vista reduccionista, limitándose uno mismo a áreas de análisis cada vez más pequeñas y, claro está, con un enfoque de este tipo todas las ciencias caen en generalizaciones sin significado. La línea de pensamiento opuesto, o quizá podría decirse complementaria, es la visión totalizadora, integradora de las conexiones entre áreas dispares del conocimiento y unidades mayores de organización o significado global.

 Si la ciencia quiere responder verdaderamente a su nombre (“conocimiento de las cosas”) requiere desde luego un equilibrio entre estas dos armazones conceptuales. Por tanto, la anatomía no es sólo la separación de las partes, la descripción exacta de huesos, ligamentos, músculos, vasos, nervios, etc., sino el intento de reunir la totalidad de las estructuras corporales, implicando muchas disciplinas, buscando constantemente los principios básicos y contemplando la estructura viva como una entidad lábil y extraordinariamente compleja con una dimensión temporal, conectada por la historia de la evolución con todos los demás organismos vivos, que expresa sus cambios morfológicos a  medida que se desarrolla, madura, se reproduce, envejece y muere, y participa en múltiples funciones integradas.

 Además, desde el punto de vista filosófico, la anatomía no es sólo la biología estructural de una especie animal que corresponde al ser humano. Como somos conscientes de nuestra propia realidad y el cuerpo humano es el medio a través del que tienen lugar nuestra experiencia del mundo y nuestras respuestas a dicha experiencia, el estudio del hombre ocupa un lugar único en el establecimiento de la imagen que tenemos de nosotros mismos; en último término, las descripciones prosaicas de huesos, músculos, vasos sanguíneos y vías nerviosas forman el contexto de nuestra experiencia de la vida.

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