Tras sufrir abusos durante la infancia y la adolescencia, las disfunciones sexuales son significativamente más frecuentes entre las mujeres afectadas, con menor satisfacción sexual percibida, menor confianza y más dificultades de comunicación con la pareja. Así concluye un nuevo estudio publicado en Gaceta Sanitaria.
Puede parecer una obviedad, sin embargo no existe unanimidad en la comunidad científica en torno a las secuelas sexuales y afectivas en las mujeres que han sufrido abusos sexuales durante la infancia y la adolescencia.
Ahora, un estudio elaborado por el Programa de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva de Catalunya (PASSIR) que publica la revista Gaceta Sanitaria ha observado que las disfunciones sexuales son significativamente más frecuentes entre las mujeres supervivientes de un abuso sexual en la infancia y la adolescencia, con menor satisfacción sexual percibida, menor confianza y más dificultades de comunicación con la pareja.
El trabajo ha encuestado a 917 mujeres adultas que acudieron en 2008 a los 24 centros del PASSIR por problemas relacionados con su salud sexual y reproductiva. El 37,6 % de las encuestadas afirmó haber sufrido algún tipo de abuso sexual durante su infancia y adolescencia. De ellas, el 53,3 % manifestó haber sufrido tocamientos o haber sido obligadas a tocar, y el 46,7 % refirió intentos de penetración o penetración no consentida.
Las mujeres que han sufrido abuso sexual en la infancia y la adolescencia presentan con mayor frecuencia disfunciones sexuales, definidas como trastornos del deseo, de la excitación, del orgasmo, trastornos por dolor (vaginismo o dispareunia) y rechazo. Se sienten menos satisfechas sexualmente, presentan menos deseo sexual, menos excitación sexual y menor frecuencia de orgasmo.
El 19 % de las mujeres que han sufrido abuso sexual en la infancia y la adolescencia siente rechazo siempre o casi siempre a las relaciones sexuales
El 29 %, por ejemplo, nunca o casi nunca ha tenido un orgasmo en el último año. Igualmente, el 20 % de las mujeres que han sufrido abuso sexual en la infancia y la adolescencia manifiesta sufrir dolor muchas veces o siempre en sus relaciones sexuales y el 19 % siente rechazo siempre o casi siempre a las relaciones sexuales.
La satisfacción con la vida sexual es más baja (el 40 % se muestra muy insatisfecha o poco satisfecha) cuando el agresor fue un conocido. La baja frecuencia de deseo (nunca o menos de una vez al mes) es del 48,9 % cuando el abusador es un conocido o amigo.
En cambio, cuando el agresor fue un desconocido se observa una mayor capacidad para llegar al orgasmo (59,4 %), menos dolor y menos sentimientos de rechazo de las relaciones sexuales (15,9 %).
Relaciones de pareja tras los abusos
El estudio también evalúa la relación afectiva de las mujeres que tienen pareja actualmente. El 59,8 % se siente satisfecha con sus relaciones afectivas, el 74,8 % confía siempre o casi siempre en su pareja actual, y el 63,9 % refiere que la comunicación es buena o muy buena. Aunque las mujeres que han sufrido abuso sexual en la infancia y la adolescencia expresan menor satisfacción con la relación, menor confianza y peor comunicación con la pareja actual, las diferencias no alcanzan la significación estadística.
De hecho, una edad mayor de 50 años y la experiencia de malos tratos por la pareja en edades adultas (y no únicamente el abuso sexual en la infancia y la adolescencia) son los factores más relevantes a la hora de valorar negativamente la relación afectiva con la pareja actual.
Tal y como apuntan las autoras de este estudio, “la alta prevalencia de abuso sexual en la infancia y la adolescencia, y su influencia sobre la salud sexual y afectiva, sugieren la necesidad de investigar siempre si se ha sufrido abuso sexual en la infancia y la adolescencia en casos de demandas de atención psicológica motivadas por dificultades sexuales o de pareja”.
Marzo 20/2017 (agenciasinc.es) Fuente: Noticias de Salud Al Día
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