julio 2017 Archivos

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Investigadores españoles han evaluado el comportamiento dinámico del síndrome metabólico –un grupo de factores que aumentan el riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2–. Los resultados apuntan a la alteración de la glucosa y la hipertensión arterial como biomarcadores predictores de su aparición.  

 

El aumento significativo de la prevalencia de la obesidad ha coincidido con un considerable aumento de la prevalencia del síndrome metabólico. / Malingering

Promover cambios en el estilo de vida permitiría reducir la persistencia del síndrome metabólico. Esta es la principal conclusión de un estudio desarrollado por investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) en la Universidad de Girona, liderados por Marc Sáez, en el que se evaluó el comportamiento dinámico del síndrome metabólico. El trabajo acaba de publicarse en PlosOne.

El aumento significativo de la prevalencia de la obesidad ha coincidido con un considerable aumento de la prevalencia del síndrome metabólico (SM). El síndrome metabólico se define como la coocurrencia de varios factores de riesgo cardiovascular en

un sujeto.

En particular, se considera que un sujeto tiene SM si presenta, al menos, tres de los siguientes cinco factores: obesidad abdominal; alteración de la glucosa o diagnóstico de diabetes mellitus tipo 2; hipertensión arterial o diagnóstico de hipertensión; bajos niveles de colesterol HDL e hipertigliceridemia (los dos últimos criterios definen la dislipemia).

Pero ni el síndrome metabólico ni sus componentes son estáticos, pudiendo ocurrir y dejar de hacerlo, como consecuencia de su control, durante el período de seguimiento de un paciente, incluso en más de una ocasión.

Así, el estudio de la dinámica del síndrome metabólico y de sus componentes, como el orden de aparición (por ejemplo, si la alteración a la glucosa se produce antes o después de la presión arterial alta) o el tiempo de exposición a los mismos (por ejemplo, si el SM es persistente y continua una vez definido o si el individuo puede entrar y salir de las condiciones definitorias del SM durante el seguimiento), era desconocida hasta el momento, y podría ser clínicamente relevante.

El objetivo de este trabajo se centró en estudiar este comportamiento en una gran cohorte de base poblacional. En concreto, se utilizó una muestra retrospectiva con un seguimiento de 7 años (entre el 1 de enero de 2005 y el 31 de diciembre de 2012) compuesta por más de 13 000 sujetos de la población general, residentes en una comarca, predominantemente rural o semiurbana, de la provincia de Girona.

Predecir el síndrome metabólico

Durante el periodo de seguimiento, más de un tercio de los participantes en el estudio, un 39 %, presentó algún episodio de síndrome metabólico. De ellos, la mayoría presentó solo un episodio de síndrome metabólico, y fue de carácter no persistente (44,6 %).

Se encontró que los triglicéridos, colesterol HDL bajo y la obesidad fueron los componentes más asociados en los primeros episodios de SM.

Sin embargo, al tener en cuenta su comportamiento dinámico, los componentes relacionados con la presión sanguínea y el metabolismo de la glucosa –presión arterial alta o normal, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión y alteración de la glucosa en ayunas– fueron, en este orden, los que cuando aparecían primero determinaban tener un primer episodio de SM.

Los resultados sugieren que los componentes relacionados con el metabolismo de la glucosa y la hipertensión arterial, cuando aparecen tempranamente, actúan como biomarcadores para predecir el síndrome metabólico, mientras que los componentes relacionados con la obesidad y la dislipidemia, aunque esenciales para el desarrollo del SM, aparecen después.

“Los componentes relacionados con la presión arterial y el metabolismo de la glucosa son predictores tempranos del riesgo de desarrollar el primer episodio de síndrome metabólico, pero su posterior asociación con los componentes de la dislipidemia es crucial”, sostienen los investigadores.

Mal control de dislipemia, glucosa e hipertensión

En cuanto a las variables que se relacionaron con la persistencia del síndrome metabólico, el estudio encontró que se corresponden con condiciones clínicas que no tienen criterios de tratamiento farmacológico bien establecidos (dislipemia, alteración de la glucosa e hipertensión arterial).

En este sentido, los autores del estudio recomiendan hacer todos los esfuerzos para identificar a los individuos que presenten la combinación hiperglucemia e hipertensión arterial, en riesgo muy alto de desarrollar un episodio de síndrome metabólico, a los que se ha de proporcionar un tratamiento adecuado en las primeras etapas de la enfermedad.

Además, indican que los médicos de cabecera deben priorizar los cambios de estilo de vida que cada componente del SM requiere, sobre todo el control de peso y el ejercicio físico, que podrían prevenir la aparición del síndrome metabólico. “Promover cambios en el estilo de vida reduciría también las condiciones asociadas con la persistencia del síndrome metabólico”, concluyen los autores.
Julio 2/2017 (SINC) Fuente: Noticias de Salud Al Día

Referencia bibliográfica:

Barceló MA, Rodríguez-Poncelas A, Saez M, Coll-de-Tuero G. The dynamic behaviour of metabolic syndrome and its components in an eight-year population-based cohort from the mediterranean. PlosOne 2017; 12(5): e0176665.

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La sal es un enemigo oculto en la alimentación de los niños. Así concluye un estudio, realizado por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, que apunta cómo más del 80 % de los escolares españoles toma una excesiva cantidad, lo que se asocia con un aumento en el riesgo de hipertensión, osteoporosis u obesidad. Según los autores, es necesario conocer su procedencia para disminuir su ingesta.

Es esencial reducir la ingesta de sal desde la infancia. / Fotolia

 La sal es posiblemente el aditivo más antiguo y más usado en alimentación, un condimento que proporciona a los productos el característico sabor salado. Pero además de sus propiedades culinarias, su excesivo consumo es la causa de numerosos problemas de salud.

Por eso, un equipo de científicos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha analizado la ingesta de sal en los niños, un colectivo especialmente sensible ya que es en esta etapa cuando se forman los hábitos alimentarios.

La ingesta de sal puede contribuir a elevar la presión arterial en los niños, lo que les predispone a ser adultos hipertensos.

Los resultados, publicados en el European Journal of Nutrition, afirman que los niños toman de media 7,8 g de sal al día, lo que supone que el 84,5 % de los menores de 10 años y el 66,7 % de los mayores de 10 consume más sal de la recomendada –entre 4 y 5 g de sal al día, respectivamente– por la Organización Mundial de la Salud.

“Los consumidores, en general, son conscientes de que un excesivo consumo de sal aumenta las cifras de presión arterial en adultos, con el consiguiente riesgo de sufrir hipertensión y enfermedad cardiovascular”, explica a Sinc Aránzazu Aparicio, investigadora de la UCM y autora principal del trabajo.

“Sin embargo, la población no es tan prudente cuando se trata de la población infantil”, añade Aparicio. Y eso que desde hace años diversos estudios señalan cómo la ingesta de sal también puede contribuir a elevar la presión arterial en los niños, lo que les predispone a ser adultos hipertensos.

Según los expertos, si desde la niñez consumimos alimentos salados, con toda probabilidad también lo haremos cuando seamos mayores. Por esta razón, es esencial reducir la ingesta de sal desde edades tempranas y, para ello, tenemos que conocer lo que comemos.

“Muchos padres no son conscientes de que sus hijos, o ellos mismos, están tomando un exceso de sal. Y se piensa que, para reducir su consumo, es suficiente con controlar la cantidad que se le añade a los alimentos para cocinar”, indica la investigadora.

Pero en la mayoría de los países industrializados, como España, solamente el 20-25 % de la sal que ingerimos procede de la sal de mesa.

¿De dónde viene la sal que toman los niños?

Como señala Aparicio, “la mayor parte de la sal que consumimos los adultos y los niños proviene de la sal ‘oculta’ en los alimentos, especialmente de los procesados”.

En concreto, los productos que más sal aportan a la dieta de los niños españoles son los embutidos, incluyendo el jamón, seguidos del pan y pan de molde, la pizza y los platos precocinados, los caldos en cubito y las salchichas.

“Es evidente que tenemos que controlar la sal que añadimos a los platos a la hora de cocinar. Sin embargo, estos resultados también ponen de manifiesto la necesidad de establecer actuaciones por parte de la industria alimentaria para reducir el contenido en este aditivo de los alimentos procesados”, subraya la experta.

Algunos sectores alimentarios ya han empezado a reducir su contenido de sus productos de forma paulatina para que los consumidores no noten la diferencia de sabor y los rechacen. Este es el caso del pan, que pasó de un contenido de 22 g de sal por kilogramo de harina a 16,3 g de forma progresiva en cuatro años sin que los consumidores protestaran por su sabor ni dejaran de consumirlo.
Julio 2/2017 (agenciasinc.es) Fuente: Noticias de Salud Al día

Referencia bibliográfica:

Aparicio A; Rodríguez-Rodríguez E, Cuadrado-Soto E, Navia B, López-Sobaler AM, Ortega RM. ‘Estimation of salt intake assessed by urinary excretion of sodium over 24 h in Spanish subjects aged 7–11 years’. Eur J Nutr (2017) 56:171–178 DOI 10.1007/s00394-015-1067-y

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Según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, un 32 % de las mujeres deja los anticonceptivos entre los 39-49 años, pese a ser grupo de riesgo de embarazo no deseado.

Autor: Encuesta de la Sociedad Española de Contracepción SEC e informe “El acceso de las mujeres a la anticoncepción en las Comunidades Autónomas”, de la Federación de Planificación Familiar Estatal FPFE.

metodos anticonceptivosLa Encuesta de Anticoncepción en España del Observatorio de la SEC de 2016 refleja que el 75,1 por ciento de las mujeres entre 40-45 años y el 69,9 por ciento de las de entre 45-50 usa algún método anticonceptivo. Los métodos más utilizados son el preservativo (28,4 por ciento, las de 40-44 años, y 18,8 por ciento, las de 45-49), seguido de la píldora, los métodos quirúrgicos y el DIU, cuya elección va variando según la franja de edad. “El asesoramiento anticonceptivo en estas mujeres debe estar orientado hacia los métodos más efectivos y que puedan tener un beneficio añadido no anticonceptivo”, explica Mercedes Andeyro, quien destaca que los aspectos a considerar en este grupo de población son, por un lado, que la fertilidad disminuye, los ciclos son más irregulares y algunos de ellos son anovultaorios, “y, por otro, hay que tener en cuenta que una gestación en esta etapa de la vida aumenta los riesgos y complicaciones tanto del propio embarazo como de las patologías médicas asociadas, así que la elección de un método idóneo durante la perimenopausia no solo está influido por las condiciones de la mujer sino que también se debe ceñir a los requisitos adecuados para esta edad.

Prioridades

Siempre hay que tener en cuenta las prioridades de la usuaria porque en esta etapa se busca la anticoncepción (las mujeres en este periodo tienen una vida sexualmente activa) y la solución de otras necesidades como los sofocos o las alteraciones del ciclo, y en este sentido, la anticoncepción hormonal aporta de forma añadida una serie de beneficios no contraceptivos como son la reducción del sangrado, el control de las alteraciones del ciclo y la mejora de los sofocos propios de la menopausia. Además, tiene un efecto beneficioso sobre la densidad mineral ósea y reduce el riesgo de cáncer de mama, ovario y colorrectal”.

En esta línea, hay que destacar el papel de las píldoras anticonceptivas con estradiol o estrógenos naturales, una opción que, tal como refleja el ensayo Estradiol 14, publicado en Gynecology & Obstetrics, es la preferida por el 83 por ciento de las mujeres, frente al 17 por ciento que elige una con un estrógeno sintético. “Están recomendados en cualquier mujer sin contraindicaciones para el uso de la anticoncepción hormonal combinada. En ciertos anticonceptivos con estradiol está demostrada una mayor disminución del sangrado menstrual abundante”, señala Nuria Parera.

Tal y como explica Paloma Lobo, el estrógeno en los anticonceptivos combinados contribuye a potenciar la acción anticonceptiva del gestágeno y, sobre todo, a estabilizar el endometrio para conseguir un adecuado control del ciclo, evitando sangrado no programados o ausencia de sangrado programado durante el intervalo libre de hormonas. “La mayoría de los anticonceptivos combinados contienen etinilestradiol, un estrógeno de síntesis potente que se metaboliza extensamente en el hígado, condicionando cambios en los factores de la coagulación que dan lugar a un estado protrombótico. Además, dependiendo del gestágeno con el que se combine, puede modificar desfavorablemente el perfil lipídico e hidrocarbonado. El estradiol, un estrógeno natural con menor potencia, induce menos cambios metabólicos y sobre la coagulación. En anticoncepción se combina con potentes gestágenos (acetato de nomegestrol y dienogest) y proporciona anticoncepción eficaz, un patrón de sangrado aceptable y habitualmente escaso y menor modificación de parámetros metabólicos y hemostáticos”.

Condiciones similares

Lobo destaca que, aunque todas estas características pueden asociarse a una mayor seguridad, en la actualidad, y hasta que se disponga de estudios en amplios grupos de mujeres que corroboren estos datos, los anticonceptivos hormonales combinados con estrógeno natural tienen las mismas indicaciones y restricciones que los que contienen etinilestradiol. “De los dos preparados comercializados, el cuadrifásico con valerato de estradiol y dienogest tiene indicación en ficha técnica para el sangrado menstrual abundante y en general ambos tienen buena aceptación en mujeres que desean un anticonceptivo hormonal combinado con un estrógeno más fisiológico”.

Anticoncepción en España

Sólo el 16,4% de las españolas toma la decisión según las recomendaciones médicas.

El 32,8% de las españolas elige su método anticonceptivo por la comodidad.

Un tercio de las CCAA (el 37,5%) dispone de programas formativos que implican a todos los estamentos profesionales sanitarios.

Casi el 50% de las mujeres en edad fértil no ha recibido información institucional sobre el uso de anticonceptivos en los últimos 5 años

Solo 6 CCAA han realizado campañas de sensibilización sobre anticoncepción en los últimos 5 años.

El 13,3% de las mujeres españolas tiene como criterio de elección la búsqueda de métodos seguros que no perjudiquen la salud, aquellos que provoquen menos efectos secundarios (11,35) o los que no contengan derivados de las hormonas (6,9%)

Julio 03/ 2017 (Diario médico) Fuente: Noticias de Salud Al Día

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Las opciones de anticoncepción se han ampliado de forma notable en los últimos años con la introducción de sistemas cada vez más adaptados a la fisiología y necesidades femeninas.

Resultados de encuestas realizadas por Bayer entre 500  millennials

Las pautas prolongadas o flexibles y el uso de estrógenos naturales en la anticoncepción hormonal y los nuevos dispositivos (DIU) en la intrauterina son los principales avances que se han producido en el campo de los anticonceptivos, tal y como explica José Ramón Serrano, presidente de la Sociedad Española de Contracepción (SEC): “En los últimos tiempos ha aumentado el uso de los LARC (métodos de concepción eficaz reversible de largo uso), mientras que ha habido un descenso en la utilización de los métodos irreversibles. Actualmente, la anticoncepción a largo plazo se considera estratégica para prevenir el embarazo en mujeres de alto riesgo y también en la prevención del aborto voluntario de repetición”.

Una de las novedades más significativas ha sido la introducción en el mercado del anticonceptivo oral que permite reducir el número de menstruaciones a cuatro al año. “Son píldoras combinadas (estrógenos y progesterona) que se toman de manera continuada durante un tiempo concreto, disminuyendo así la frecuencia de los sangrados por privación. Están indicadas en cualquier mujer que desee tener menos sangra y no presente contraindicaciones para su uso, y también en aquellas con dismenorrea, sangrado excesivo, síndrome premenstrual, endometriosis, dolor pélvico crónico, acné y patologías que se exacerban con la menstruación (migraña catamenial, asma, convulsiones, etc.)”, comenta Nuria Parera, jefa de la Unidad de Ginecología de la Infancia y la Adolescencia de Salud de la Mujer Dexeus.

Seguridad a largo plazo

Respecto a los efectos de la reducción de reglas que produce este método, Paloma Lobo, del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Infanta Sofía, de Madrid, y vocal de la SEC, comenta que las pautas prolongadas son seguras y no se ha demostrado que su uso se acompañe de mayores tasas de efectos secundarios que la pauta cíclica convencional. “Desde el punto de vista médico sabemos que el sangrado en el intervalo libre de hormonas de siete días no es una menstruación, no es necesario y, en ocasiones, no es conveniente, y se puede modificar. Se ha demostrado que en esos días sin comprimidos activos se produce una elevación de los niveles endógenos de gonadotropinas que favorecen el crecimiento folicular, y si se produce un retraso en el inicio del siguiente envase puede ocurrir un escape ovulatorio y, como consecuencia, un fallo anticonceptivo. Además, la elevación de las hormonas endógenas favorece la aparición de síntomas durante esos días (dolor pélvico, tensión mamaria, distensión abdominal, hinchazón o cefalea). Prolongar la toma de comprimidos activos más allá de los 21 días proporciona una mayor supresión del eje hipotálamo-hipófisis-ovario; disminuye el riesgo de desarrollo folicular, contribuye a mitigar los síntomas asocia al intervalo libre de hormonas y reduce el número de sangra programa”. Lobo comenta también que, además de los casos de endometriosis, dismenorrea o sangrado abundante, cada vez son más las mujeres que no presentan problemas médicos pero que por su estilo de vida (trabajo, deporte) desean tener menos episodios de sangra, “por lo que estas pautas son una opción atractiva que debemos ofrecer durante el asesoramiento anticonceptivo”.

DIU de última generación

En el campo de la anticoncepción intrauterina, Serrano destaca las ventajas de los nuevos DIU de 10 años de duración; el nuevo DIU más fino, de más fácil inserción y con menos riesgos, y los DIU con liberación de hormona más pequeños y con una duración de tres años.

Respecto a este último, con un sistema a base de levonorgestrel y que es el dispositivo intrauterino hormonal más pequeño de los que existe en la actualidad, Lobo señala que se encuentra en el grupo de los LARC junto con los DIU de cobre, los de cinco años de duración y el implante subdérmico. “Todos ellos proporcionan anticoncepción eficaz durante largos periodos de tiempo y son altamente eficaces, muy seguros y coste-efectivos. El uso de los DIU tradicionalmente se reservaba para mujeres con deseos genésicos cumplidos, por sus supuestos efectos deletéreos no demostrados sobre la fertilidad futura, pero la recomendación actual es implementar estrategias para favorecer su utilización en poblaciones con elevado riesgo de gestación no planificada como las adolescentes y las mujeres jóvenes nulíparas. Otra indicación es el periodo intergenésico, y dado que este DIU y el resto de LARC hormonales sólo contienen gestágenos, se pueden utilizar en mujeres con lactancia materna”.

El DIU de levonorgestrel de tres años tiene algunas características que lo diferencian del de cinco años: “menos carga hormonal (por lo que tiene un menor efecto sistemico) menor tamaño y grosor (facilita su inserción en nulíparas y en general inserciones menos dolorosas en cualquier mujer); y patrón de sangrado más parecido a los anticonceptivos hormonales combinados con menos amenorreas”, dice Lobo.

Una de las cuestiones que se han planteado es el potencial papel protector que el DIU puede tener frente al cáncer de cérvix. En este sentido, Mercedes Andeyro, jefa del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Villalba (Madrid), comenta que “los DIU hormonales o DIU-LNG tienen efectos añadidos no anticonceptivos y favorecen la reducción del sangrado menstrual abundante y del dolor durante el ciclo. Con la evidencia disponible actualmente, el DIU podría reducir el riesgo de cáncer de cérvix, pero son necesarios más estudios para poder fortalecer la evidencia científica”.

Otra cuestión recurrente en la anticoncepción son los posibles efectos adversos de la píldora. “El más importante sigue siendo el riesgo de trombosis, pero también tiene efectos positivos, y se sabe que previene el cáncer de ovario, útero y colon. En cuanto al de mama, prácticamente no lo modifica”, explica Serrano.

Por su parte, Andeyro comenta al respecto que las dosis en la píldora han evolucionado en los últimos años, disminuyendo el estrógeno y ampliando la variedad de los diferentes gestágenos: “Según la OMS y la mayoría de las guías, la edad no es una contraindicación para el uso de la píldora de baja dosis en mujeres no fumadoras y que no presenten contraindicaciones médicas. Un gran inconveniente de los anticonceptivos hormonales en las mujeres maduras es la asociación a riesgos específicos para la salud (enfermedades cardiovasculares, algunos cánceres, obesidad) que deben ser evaluados, pero la evidencia disponible indica que los beneficios de la anticoncepción hormonal superan a los riesgos en mujeres sanas de cualquier edad. A excepción del tabaquismo, las limitaciones del uso de la píldora en mayores de 40 serían similares a las de las más jóvenes, y se relacionan especialmente con el riesgo de enfermedad cardiovascular”.

Objetivo, evitar olvidos de la píldora

Algunos estudios indican que un 39 por ciento de las mujeres olvida tomar la píldora al menos una vez al mes, y para evitarlo, los LARC son lo más recomendable. “En anticoncepción hormonal combinada hay dos opciones: pautas cíclicas con vías de administración no diarias como la transdérmica (un parche a la semana durante 3 semanas), o la vaginal (anillo durante 3 semanas), realizando en ambos casos una semana de descanso; y pautas prolongadas o continuadas, que pueden mejorar el cumplimiento al suprimir la transición entre envases de píldoras y podrían ser más permisivas con los olvidos que las pautas cíclicas convencionales”, dice Paloma Lobo.

‘Millennials’, una asignatura pendiente

Resultados de encuestas realizadas por Bayer entre 500 millennials (jóvenes nacidas entre las décadas de los 80 y 90) de toda España en el marco de una campaña cuyo objetivo es concienciar a las jóvenes sobre la importancia de informarse sobre anticoncepción y salud sexual.

Casi un tercio de las millennials considera que no es necesario consultar a los especialistas médicos sobre anticoncepción.

Solo el 64,2 % de las jóvenes consulta con su ginecólogo sobre el método anticonceptivo a utilizar por falta de tiempo (33,1%) o porque prefieren preguntar sobre estas cuestiones a personas cercanas (26,3 %).

Ala hora de escoger un método, estas jóvenes priorizan el que ofrezca libertad y que no haya que acordarse todos los días (53,9 %), que sea cómodo (52,9 %) y que procure el mayor grado de eficacia frente a embarazos no planificados (45,6 %).

El 24,38 % de las millennials cree tener la información suficiente para decidir cuál es el método más adecuado para ellas.

Entre este sector de la población siguen existiendo mitos y creencias como que el DIU sólo es adecuado para mujeres que ya han tenido hijos (15,1%), que la marcha atrás funciona en un alto porcentaje de casos (7,5%) o que en las primeras relaciones sexuales existe menos riesgo de quedarse embarazada (4%).

Cerca del 25 % suele tener vergüenza o no quiere hablar de estos temas con un desconocido.
Junio 3/2017(diariomedico.com) Fuente: Noticias de Salud Al Día

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El estudio científico Anibes, que publica la revista científica Nutrients,  muestra una ingesta insuficiente de fibra entre la población adulta española.

Esta nueva investigación, coordinada por la Fundación Española de Nutrición, se centra en el consumo de fibra y su relación con el exceso de peso y la obesidad abdominal en una muestra representativa de adultos en España.

Un consumo bajo de fibra se asocia con mayor pesoLa revista científica Nutrients ha publicado la investigación Ingesta y fuentes alimentarias de fibra en España: diferencias con respecto a la prevalencia de exceso de peso y obesidad abdominal en adultos del estudio científico Anibes. El trabajo, coordinado por la Fundación Española de Nutrición (FEN),  se centra en el análisis de la relación entre el consumo de fibra a lo largo de los diferentes momentos del día, sus fuentes alimentarias y el exceso de peso corporal y la obesidad abdominal de una muestra de españoles entre 18 y 64 años.

Los datos han reflejado que la media de ingesta de fibra fue de 12,5 ± 5,66 g/día del total de la muestra, muy por debajo de la ingesta adecuada establecida por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) de 25 g/día. La media de ingesta de fibra fue significativamente mayor en los individuos con normopeso (13,4 g/día), sin obesidad abdominal (13,5 g/día) y los que no tenían exceso de peso y/u obesidad abdominal (13,5 g/día). Por el contrario, esta ingesta fue menor en los individuos con sobrepeso (12,3 g/día), con obesidad general (11,8 g/día), con obesidad abdominal (12,0 g/día) o aquellos con exceso de peso y/u obesidad abdominal (12,2 g/día).

“El estudio muestra una ingesta insuficiente de fibra entre la población adulta española, siendo las fuentes principales de fibra los granos y las harinas, seguidos de las verduras y las hortalizas, las frutas y las legumbres”, ha explicado Rosa Mª Ortega, directora del Grupo de Investigación Valornut y Catedrática de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid.

Según la hora del día

En cuanto a los momentos de ingesta, tanto la comida como la cena fueron los dos momentos del día donde se concentró una mayor proporción de la ingesta de fibra (75,8 % del total de la muestra). Ortega ha apuntado que “el análisis de la ingesta diaria de fibra en función de las diferentes comidas durante todo el día, reveló que casi la mitad procede de la comida (47,4 %) y casi un tercio de la cena (28,3 %) en el conjunto de la muestra”. Destaca el hecho de que la cantidad de fibra que se aporta en el momento del desayuno es muy baja (13 % en el total de la muestra) donde grupos de alimentos como los cereales y las frutas deberían estar incluidos.

Por otro lado, el patrón de ingesta de fibra de las diferentes comidas del día varía según el sexo. Según ha dicho Ortega “la proporción de fibra de desayuno y merienda fue mayor en las mujeres y sólo fue más elevada en hombres en lo que se refiere a la cena. Esto es probablemente debido a las diferencias en la elección de alimentos realizadas por las personas en cada comida del día. Un mayor aporte de fibra en el desayuno o merienda podría ayudar a reducir el apetito y la ingesta de alimentos en las comidas posteriores. Aumentar la ingesta de alimentos ricos en fibra, especialmente en algunas de las comidas diarias podría ayudar a mejorar la salud y el control de peso de la población”.

El trabajo científico de Anibes recoge que las principales fuentes alimentarias de fibra de la muestra fueron los granos y harinas (39,1 %), verduras y hortalizas (24,1 %), frutas (16,6 %), legumbres (9,2 %), precocinados (4,5 %), salsas y condimentos (2,1 %), aperitivos (1,5 %), azúcares y dulces (0,6 %), bebidas no alcohólicas (0,4 %), leche y productos lácteos (0,3 %), y suplementos y sustitutivos de comida (0,1 %).

Aumentar la fibra equilibra la ingesta

Teniendo en cuenta el Índice de Masa Corporal (IMC), Ortega ha indicado que “los participantes con normopeso tenían una ingesta significativamente mayor de fibra que aquellos con sobrepeso u obesidad teniendo en cuenta el sexo y ajustando por actividad física”.

De forma específica, Ortega ha revelado que “el porcentaje de fibra proveniente de la merienda fue mayor en los individuos con normopeso que en aquellos con sobrepeso u obesidad, mientras que la fibra de la cena fue mayor en individuos que padecían obesidad en relación con los que tenían sobrepeso. Esta diferencia podría ser debida al hecho de que un mayor contenido de fibra puede favorecer una reducción del apetito, hecho que, a su vez, podría ayudar a tomar menos cantidad de alimentos en las comidas posteriores, en este caso durante la cena, equilibrando así la ingesta energética diaria. Por otro lado, esto también se explicaría teniendo en cuenta que la merienda podría contener una mayor cantidad de fibra al incluir alimentos saludables con un contenido más bajo de energía o grasa”.

Al analizar los datos, se comprobó que la presencia o ausencia de la obesidad abdominal usando la relación de la circunferencia cintura/altura, se encontró que la ingesta de fibra en el total de la muestra fue mayor en aquellas personas sin obesidad abdominal. “De esta manera, se muestra que la ingesta de fibra ajustada por la actividad física puede ayudar a evitar la aparición de la obesidad abdominal”, ha recalcado la investigadora.

Ortega ha concluido que “en este sentido, podemos decir que se ha observado una asociación entre la ingesta de fibra y el exceso de peso corporal y la obesidad abdominal en el total de la muestra. Aunque son necesarios más estudios adicionales, es aconsejable aumentar la ingesta de alimentos ricos en fibra con el fin de prevenir enfermedades asociadas con una ingesta insuficiente y para ayudar a lograr un mejor control del peso corporal”.

Julio 07/ 2017 (Diario médico)  Fuente: Noticias de Salud Al Día

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Un amplio estudio poblacional muestra en mujeres supervivientes de un cáncer que la posibilidad de embarazo se reduce significativamente tras el diagnóstico.

La probabilidad de embarazo se reduce un tercio tras un cáncerPor primera vez, un gran estudio poblacional ha cuantificado la posibilidad de embarazo después de un tratamiento oncológico en mujeres a las que se les diagnosticó un cáncer antes de los 39 años. En este trabajo se relacionaron todos los tumores diagnosticados en Escocia entre 1981 y 2012 con un embarazo posterior, y se encontró que las supervivientes de cáncer contaban con un 38 % menos probabilidades de lograr un embarazo que las mujeres en la población general. Ese efecto perjudicial sobre la capacidad de gestar fue evidente en casi todos los tipos de cáncer.

Los resultados del estudio se acaban de presentar en la Reunión anual de la Sociedad Europea de Reproducción Humano y Embriología, en Ginebra, de la mano del investigador principal, Richard Anderson, del Centro de Salud Reproductiva del Consejo de Investigación Médica (MRC) británico y de la Universidad de Edimburgo. “El impacto de algunos cánceres en el embarazo pone de relieve la necesidad de mejorar estrategias para preservar la fertilidad en niñas y mujeres jóvenes”.

Esta necesidad se ha vuelto más urgente en los últimos años por dos razones: en primer lugar, la mejora de las tasas de supervivencia en mujeres jóvenes y niñas diagnosticadas con cáncer; y segundo, por las mejoras en las técnicas de congelación de óvulos y tejido ovárico para restaurar la fertilidad.

Este último estudio, que entrecruzó datos de 23.201 mujeres supervivientes de cáncer del registro escocés oncológico con los de expedientes hospitalarios, reveló que 6.627 embarazos entre los supervivientes, frente a los 11.000 que se registraron en un grupo control de la población general.

En las mujeres que no habían estado embarazadas antes de su diagnóstico de cáncer, el 20,6 % de las supervivientes logró una primera gestación tras detectarse el tumor (2.114 primeros embarazos en 10.271 mujeres), en comparación con el 38,7 % en el grupo control.

El análisis también encontró que la probabilidad de embarazo se redujo en todos los grupos de edad, si bien hubo variaciones sustanciales entre diferentes tumores: se redujo más la tasa de gestación tras un cáncer de cérvix, de mama y una leucemia.

Sin embargo, los tumores diagnosticados entre 2005 y 2012 se asociaron con mayores tasas de embarazo que los detectados en un periodo anterior, entre 1981-1988, lo que sugiere que el impacto de los tratamientos oncológicos en la fertilidad se ha reducido.

No obstante, el profesor Anderson ha hecho hincapié en que los resultados del estudio se referían sólo al embarazo posterior al diagnóstico, y no a la incidencia de la infertilidad causada por el tratamiento del cáncer. “Algunas mujeres pueden haber optado por tener un embarazo”, explicó. “Por tanto, aunque estos resultados muestran una reducción esperada en la probabilidad de embarazo tras la quimioterapia y la radioterapia, la gestación después del cáncer implica una serie de problemas complejos que no podemos abordar en este estudio”.

Y ha añadido que este estudio permitirá a los médicos aconsejar a las niñas y las mujeres con mayor precisión acerca de sus posibilidades futuras de embarazo.

Un amplio estudio poblacional muestra en mujeres supervivientes de un cáncer que la posibilidad de embarazo se reduce significativamente tras el diagnóstico.

Julio 07/ 2017 (Diario médico)  Fuente: Noticias de Salud Al Dia