La lepra es una de las enfermedades más antiguas que recuerda la humanidad. Ha sido considerada una enfermedad mutilante, incurable y estigmatizante, que ha provocado un tratamiento inhumano a las personas afectadas. Desde el propio origen de la enfermedad, ha sido identificada como un «castigo de Dios», «hija del Dios del mal», «castigo divino», «una maldición», y los enfermos sometidos a vejaciones, privaciones de derechos, discriminaciones, persecuciones y acciones represivas.
En los aborígenes de América no existía la lepra y fue fundamentalmente la trata de esclavos la que la introdujo en nuestras tierras.
Fue introducida en Cuba por los conquistadores españoles y, es en 1613 que comienza la endemia leprosa en la isla, al denunciarse por los vecinos que deambulaban por la ciudad personas que padecían el mal de San Lázaro.
Los primeros casos se reconocieron a través del Acta del Cabildo, celebrado en La Habana el 17 de enero de ese mismo año, documento histórico donde se denuncia la aparición de 4 o 6 enfermos de lepra. Los enfermos fueron separados en bohíos extramuros de la ciudad, en la llamada Caleta de Juan Guillén, que después tomaría el nombre de Caleta de San Lázaro.
No se tienen más referencias sobre la enfermedad hasta 1629, según un documento histórico en el que aparece un enfoque sobre la lepra distinto al que se había observado anteriormente, donde no se recomienda la expulsión de los pacientes de la isla, sino que se plantea su tratamiento y se orienta aislarlos para evitar el contagio de la población sana.
En 1781 fue construido el Hospital San Lázaro, que prestó servicio durante el siglo XIX y principios del siglo XX, en que fue afectado por un ciclón y se procedió a su clausura y al traslado de los enfermos a barracones en las cercanías de Mariel.
No es hasta 1917 cuando se inaugura el Hospital San Lázaro en la localidad del Rincón, municipio Santiago de las Vegas; y el 5 de diciembre de 1938 se crea el patronato para la profilaxis de la lepra, la sífilis y otras enfermedades cutáneas, con dispensarios en las seis provincias que existían en el país en aquellos momentos.
En 1942 se realiza un censo de enfermos de lepra, que arroja la cifra de 1960 pacientes.
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