2016 Archivos

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03-09-16

Creciente resistencia a antibióticos obliga a actualizar recomendaciones sobre tratamiento de ITS

OMS logoLa clamidiasis, la gonorrea y la sífilis son provocadas por bacterias y, por lo general, pueden curarse con antibióticos. Sin embargo, estas ITS a menudo no se diagnostican y cada vez es más difícil tratarlas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado nuevas directrices terapéuticas  para estas frecuentes infecciones con el fin de hacer frente a la amenaza creciente que representa la resistencia a los antibióticos [Más]

Más información:

WHO guidelines for the treatment of Chlamydia trachomatis

WHO guidelines for the treatment of Neisseria gonorrhoeae

WHO guidelines for the treatment of Treponema pallidum (syphilis)

Global health sector strategy on Sexually Transmitted Infections

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Las mujeres sometidas a estimulación ovárica para el tratamiento de fertilización in vitro (FIV) no tienen un mayor riesgo de cáncer de mama (CM), según un nuevo estudio.

Los investigadores en el Instituto Holandés del Cáncer, Ámsterdam, el Hospital Catharina y otras instituciones holandesas, llevaron a cabo un estudio entre 19, 158 mujeres que comenzaron el tratamiento de fertilización in vitro entre 1983 y 1995, y 5 950 mujeres que comenzaron otros tratamientos de fertilidad entre 1980 y 1995, de todas las 12 clínicas de fecundación in vitro holandesas. La información sobre la estimulación ovárica para la fecundación in vitro, otros tratamientos de fertilidad, y los posibles factores de confusión se obtuvieron de las historias clínicas y por medio de cuestionarios enviados por correo.

Los resultados mostraron que después de una mediana de seguimiento de más de dos décadas, la incidencia de cáncer de mama entre las pacientes de fecundación in vitro era relativamente comparable con la del grupo de comparación sin fertilización in vitro. La incidencia acumulada de cáncer de mama, a los 55 años, tampoco fue significativa al comparar los dos grupos (3 % para el grupo de fertilización in vitro y 2,9 % para el grupo sin fecundación in vitro). Los investigadores observaron que las mujeres a quienes les hicieron siete o más ciclos de fertilización in vitro tenían un riesgo significativamente menor de cáncer de mama que las mujeres que se sometieron a sólo uno o dos ciclos. El estudio se encuentra publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA).

“El riesgo no fue diferente según el tipo de medicamentos para la fertilidad o el diagnóstico de subfertilidad, y no se incrementó en 20 o más años después del tratamiento de fecundación in vitro. La mala respuesta al primer ciclo de IVF también se asoció con una disminución del riesgo de cáncer de mama”, concluyeron la autora principal, Alejandría W. van den Belt-Dusebout, PhD, del NKI, y sus colegas. “Estos resultados son consistentes con la ausencia de un aumento significativo en el riesgo a largo plazo de cáncer de mama entre las mujeres tratadas con estos regímenes de fertilización in vitro”.

La fertilización in vitro es el proceso de la fertilización mediante la combinación manualmente de un óvulo y un espermatozoide en una placa de vidrio de laboratorio, y luego la transferencia del embrión al útero. Para aumentar las tasas de éxito, se usan diversos protocolos de estimulación ovárica para inducir a los ovarios a hacer más folículos y óvulos. Los regímenes de estimulación más comúnmente usados incluyen inyecciones de la hormona folículo-estimulante (FSH), con el objetivo de conseguir unos 8 a 15 huevos de calidad en el procedimiento de extracción de los óvulos.

Septiembre 05/ 2016 (HospiMédica) Fuente: Noticias de Salud Al Día

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Las mujeres a quienes se les ha extirpado el apéndice o las amígdalas tienen tasas de embarazo posteriores más altas y un tiempo más corto para embarazarse, de acuerdo con un nuevo estudio.

Investigadores de la Universidad de Londres y el Hospital Ninewells, Reino Unido realizaron un estudio de cohorte basada en la población usando el vínculo de datos de investigación de práctica clínica (CPRD) basada en la atención primaria de salud del Reino Unido, para examinar la asociación entre la apendicectomía y amigdalectomía previa y las tasas de embarazo posteriores. En total, el análisis incluyó 54 675 pacientes con apendicetomía sola, 112 607 pacientes con amigdalotomía sola, 10 340 pacientes a quienes les practicaron las dos, y 355 244 controles pareados exactamente en edad y práctica.

Los resultados mostraron que las tasas de embarazo de las mujeres que no tenían apéndice (54,4 %) o sus amígdalas (53,4 %) fueron significativamente más altas que aquellas del resto de la población (43,7 %). Las mujeres a quienes les habían removido sus amígdalas y su apéndice eran las más fértiles (59,7 %). El tiempo que les tomó embarazarse fue también más corto entre aquellas que tuvieron apendicectomía y amigdalectomía. El estudio fue publicado  en la revista Journal of Fertility and Sterility.

“Esta investigación es de interés primordial porque la apendicetomía y la amigdalotomía son operaciones quirúrgicas muy comunes, experimentadas por decenas de miles de personas, solo en el Reino Unido”, dijo el autor principal, Li Wei, PhD, de la Escuela de Farmacia del UCL. “Aunque es posible una causa biológica, creemos que la causa más probable es de comportamiento. Estamos siguiendo ambas hipótesis con más investigación”.

“Durante muchos años a los estudiantes médicos se les ha enseñado que la apendicectomía tenía un efecto negativo sobre la fertilidad y las mujeres jóvenes con frecuencia temían que su apéndice removido amenazara sus probabilidades de embarazarse después”, dijo Sami Shimi, MD, del departamento de cirugía del Hospital Ninewells. “Hemos encontrado que las mujeres a quienes les han practicado una apendicectomía o una amigdalectomía, o aún más particularmente, ambas, tienen más probabilidades de embarazarse, y más pronto que el resto de la población general”.

Septiembre 02/ 2016 (HospiMédica) Fuente: Noticias de Salud Al Día

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Investigadores del Joslin Diabetes Center, en Boston, Estados Unidos, han demostrado que las células umbilicales de niños de madres obesas o con sobrepeso presentan una alteración de la expresión de genes clave que regulan la energía y el metabolismo celular, en comparación con células similares de los bebés de madres no obesas.

El mismo estudio sugiere, además, que el riesgo de obesidad aumenta cuanto mayor es el nivel de ciertos lípidos (grasas y otras sustancias que no son solubles en agua) en la sangre materna que fluye a través del cordón umbilical.

Este descubrimiento podría allanar el camino hacia la mejora de la asistencia sanitaria, tanto antes como después del nacimiento, para los niños con mayor riesgo de obesidad, según ha señalado Elvira Isganaitis, endocrina pediátrica del Joslin Diabetes Center y miembro de la Universidad de Harvard Escuela de Medicina y autora del estudio.

La investigación, que ha sido publicada en el International Journal of Obesity, sugiere, además, que el riesgo de obesidad aumenta cuanto mayor es el nivel de ciertos lípidos (grasas y otras sustancias que no son solubles en agua) en la sangre materna que fluye a través del cordón umbilical.

La investigación se realizó sobre una muestra de 24 mujeres sin diabetes con sobrepeso y obesidad (con un índice de masa corporal mayor de 25 antes del embarazo) y 13 mujeres que no tenían sobrepeso en el embarazo. La investigación analizó los cordones umbilicales después de que las mujeres dieran a luz, concretamente recogieron las células umbilicales de la vena que transporta el oxígeno y otros nutrientes de la placenta al embrión.

“Estas muestras dan una ventana a los nutrientes y metabolitos que pasan de la madre al bebé”, señala Isganaitis, quien ha trabajado con los datos recogidos por Suzana María Ramos Costa, también del centro Joslin, miembro de la Universidad Federal de Pernambuco en Recife, Brasil, y coautora del artículo.

El equipo de Joslin descubrió que en estas células se podía observar que un mayor peso de la madre estaba correlacionado con menor expresión de los genes que regulan las mitocondrias (que actúan como potencias de la célula) y de otros genes que regulan la producción y el metabolismo de los lípidos.

“Esto sugiere que al nacer ya existen perturbaciones metabólicas detectables debidas a la obesidad materna. Los cambios en estas células eran similares a los que producen la obesidad, resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2″, advierte a investigadora.

Asimismo, añade, “hemos encontrado que los bebés de madres obesas tenían niveles significativamente más altos de muchos lípidos que se sabe que son metabólicamente perjudiciales, como los ácidos grasos saturados. Esto puede ser debido a que los tejidos de grasa de las madres obesas pueden transmitir ácidos grasos a la sangre fetal y crear una especie de “sobrecarga de combustible” en el embrión.

Se buscan nuevos marcadores

Isganaitis y sus colegas van a llevar a cabo nuevas investigaciones en Estados Unidos, ya que el estudio se ha realizado en mujeres brasileñas. Así, pretende analizar en embarazadas norteamericanas las células umbilicales y la sangre de sus recién nacidos para ver si los resultados del estudio se confirman en esta población. Además, también plantean análisis similares para los niños nacidos de madres con diabetes gestacional o diabetes tipo 1.

La autora de la investigación espera que con el tiempo sea posible utilizar marcadores de sangre para identificar los embriones con riesgo de obesidad o con mayor riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2, y, al mismo tiempo, poder hacer un seguimiento con intervenciones médicas más adecuadas.

“Las mujeres embarazadas se involucran a menudo con sus médicos, y realmente se puede aprovechar su motivación. Si pudiéramos llegar a las intervenciones adaptadas, si pudiéramos decir que tomar esta vitamina o hacer ejercicio regularmente puede minimizar el riesgo de diabetes o la obesidad en su hijo, estoy segura que las madres lo harían”, afirma.

Para Isganaitis, además de las madres, los profesionales de la salud también podrían seguir de cerca los patrones de crecimiento y la nutrición de los niños en situación de riesgo de la obesidad, tanto en los dos primeros años de vida, como después. “El riesgo de enfermedades crónicas no está escrito en piedra en el nacimiento, hay muchos períodos diferentes en las que el riesgo a sufrir enfermedades puede ser modulada”, concluye.

Septiembre 02/ 2016 (Ediciones Médicas) Fuente: Noticias de Salud Al Día

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Un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) realizaron un estudio en mujeres mexicanas y lograron identificar una bacteria en el cuello uterino que podría relacionarse con el desarrollo de cáncer cervicouterino.

Una de estas bacterias es Chlamydia trachomatis, responsable de la infección por clamidia, por lo que investigadores pretendían hallar la relación entre dicho microbio y el cáncer cervicouterino en las pacientes mexicanas.

“Razonando que en México 98 % de las mujeres que presentan este tipo de cáncer son de pocos recursos, pensamos que podríamos encontrar clamidia en el estudio”, dijo el líder del proyecto Vicente Madrid Marina, en una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

“Para nuestra sorpresa hallamos otras bacterias que están asociadas a otros tipos de cáncer y que pueden ser un punto de partida para el cambio de pensamiento en la neoplasia cervical”, agregó.

El virus del papiloma humano (VPH) es también un factor implicado en el progreso del cáncer cervicouterino, por ello los científicos del INSP estudiaron muestras biológicas de mujeres sin y con la infección del virus, así como con neoplasia cervical.

En el análisis, los especialistas vieron que las mujeres sin VPH tienen una bacteria que ejerce como barrera protectora ante una posible amenaza de infección vaginal.

“Los lactobacilos son bacterias que acidifican el medio, una estrategia de la naturaleza que evita que un patógeno produzca una vaginosis. Esta bacteria ya se ha reportado en otros estudios internacionales”, detalló Madrid Marina.

“En Estados Unidos se identificó que la presencia de un Lactobacillus gasseri facilita la eliminación del virus del papiloma humano de forma más rápida”, destacó.

También, el grupo investigación identificó en las mujeres con VPH, la presencia de Sneathia spp., bacteria clasificada como posible marcador biológico asociado a la infección por este virus.

Los científicos de la Dirección de Infecciones Crónicas y Cáncer, del Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas del INSP, también descubrieron en las mujeres con cáncer cervicouterino la bacteria Fusobacterium spp., coligado al desarrollo de cáncer colorrectal.

“Se han realizado estudios en los que se ve que ciertas proteínas de la bacteria promueven la carcinogénesis del tejido epitelial del colon. A raíz de estos resultados hicimos un prueba para detectar específicamente la bacteria en nuestro biobanco de muestras”, mencionó el investigador.

A través de dicha prueba, los científicos observaron la presencia de Fusobacterium spp., en 25 % de las mujeres con cáncer cervicouterino, uno por ciento en mujeres sin VPH y cinco por ciento en aquellas con la presencia del virus.

Madrid Marina refirió que la presencia de Fusobacterium se encuentra asociada con citosinas, las cuales generan inmunosupresión y bajan la capacidad de respuesta inmune contra el virus, lo que podría asistir el avance de la neoplasia cervical.

“Creemos que es primero la infección por el virus, luego viene la bacteria, mantiene el microambiente favorable para que permanezca la infección del papiloma y entonces permite que se desarrolle el cáncer”, explicó el científico.

“Ya se han hecho estudios directos de esa bacteria sobre células epiteliales del colon y en ellos se observa que Fusobacterium altera estas células. Queremos emular estos estudios para el tema del cáncer cervicouterino”, abundó.

El especialista explicó que la infección por VPH es un factor de riesgo, sin embargo no es suficiente para el desarrollo del cáncer cervicouterino, además, las mujeres pueden infectarse y un año después eliminarlo gracias a su sistema inmune.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial, el cáncer cervicouterino es el cuarto más frecuente en las mujeres y en diversos estudios se indica que algunas especies bacterianas se asocian al progreso de este carcinoma.

Septiembre 05/ 2016 (Notimex).- Tomado del Boletín temático en Medicina. Prensa Latina. Copyright 2016. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.  Fuente: Noticias de Salud Al Día