2016 Archivos

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Los doctores Javier Zamora y David Arroyo, investigadores del IRYCIS del grupo de la Unidad de Bioestadística Clínica del Hospital Universitario Ramón y Cajal y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), dependiente del Instituto de Salud Carlos III, en España, han participado en una investigación que relaciona el uso de la anestesia durante el parto y el aumento de la mortalidad materna en países de renta baja y media.

En este estudio, publicado en la revista The Lancet Global Health,  han colaborado también investigadores de diferentes hospitales y centros del Reino Unido.

El estudio, que ha analizado más de 36 000 muertes en 32 millones de embarazadas de países pobres, muestra que el 2,8 % del total de las muertes maternas en estos países se debe al uso de anestesia, que además es responsable de un 3.5 % de las muertes directamente relacionadas con complicaciones obstétricas. La tasa de mortalidad asociada a la anestesia supone un 13,8 % de las muertes tras un parto por cesárea. Entre los principales factores de riesgo asociados, se señala que el uso de anestesia general multiplica por tres el riesgo de muerte de la madre frente a la anestesia epidural.

“Las principales conclusiones de este estudio ponen de relieve la necesidad de realizar un mayor esfuerzo en el entrenamiento de los profesionales clínicos, en mejorar la infraestructura, los medios y recursos disponibles para la atención del parto. Resultados como los de este artículo deben servir para informar el diseño de intervenciones y políticas en países de renta baja para disminuir los riesgos asociados al parto”, explica el Dr. Zamora.

El estudio presenta estimaciones del riesgo del uso de anestesia durante el embarazo en países de ingresos medios y bajos. Para ello se ha realizado una revisión sistemática y un meta-análisis agrupando datos de 140 estudios (más de 32 millones de embarazadas y 36.000 muertes) de un gran número de países y regiones geográficas, tratando de encontrar los factores de riesgo que subyacen a estas muertes.

Más de 250 000 mujeres mueren en el mundo cada año durante el embarazo o por motivos relacionados con este, el 99 % en países no desarrollados. Hasta la fecha no había estudios publicados que apuntaran en qué medida los procedimientos anestésicos pudieran tener un papel importante en la muerte materna en estos países cuando son precisamente los que cuentan con un menor acceso a equipos médicos y técnicos necesarios para asistir al parto de manera adecuada. Entre estos medios necesarios se encuentra la anestesia, que además de ser una parte fundamental y muy extendida en el cuidado obstétrico, puede tener consecuencias muy diferentes según la renta del país.

abril 28/ 2016 (DICYT)   Fuente: Noticias de salud Al Día

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Existe una gran controversia sobre si conviene o no retrasar un poco la edad de jubilación. Hay muchos factores que intervienen a la hora de adoptar una postura en el debate. Al margen de ellos, está también la cuestión de si todas las personas que se jubilan mantienen un nivel de actividad física lo bastante alto como para evitar los efectos negativos de un estilo de vida sedentario.

Además, en algunos, la jubilación provoca una cierta depresión que no ayuda nada a mantener un sano nivel de actividad. Por otra parte, el descenso de ingresos económicos que sufren bastantes personas al jubilarse puede reducir su acceso a servicios médicos. Una investigación publicada en Journal of Epidemiology &  Comunity Health, ha profundizado en estas cuestiones.

Trabajar más allá de los 65 años podría llevar a una vida más larga, mientras que retirarse temprano podría ser un factor de riesgo que implicase morir antes, según indica este nuevo y controvertido estudio.

El equipo de Chenkai Wu, de la Universidad Estatal de Oregón en Corvallis, Estados Unidos, ha comprobado que los adultos sanos que se retiraron un año después de los 65 tuvieron un riesgo un 11 % inferior de morir por cualquier causa, incluso teniendo en cuenta la demografía, el estilo de vida y los problemas de salud. Los adultos que se describieron como poco sanos también tenían una mayor probabilidad de vivir más tiempo si continuaban trabajando, según muestran los resultados del estudio, lo cual indica que otros factores aparte de la salud inicial podrían afectar a la tasa de mortalidad posterior a la jubilación.

Es evidente que esto no es aplicable a todos los casos, pero el equipo de Chenkai Wu piensa que el trabajo trae muchos beneficios sociales (y también económicos en naciones donde las pensiones de jubilación son demasiado bajas) a quienes se mantienen en activo profesionalmente, y tales beneficios pueden influir de manera significativa en su esperanza de vida.

La edad idónea de jubilación es un tema de debate en todo el mundo, incluyendo Estados Unidos. La mayor parte de las investigaciones en esta área se han centrado en el impacto económico de retrasar el retiro. Wu señala que podría ser bueno examinar también el impacto en la salud.

La gente en los Estados Unidos tiene una mayor flexibilidad sobre cuándo jubilarse en comparación con lo que sucede en otros países, así que el equipo de Wu consideró razonable revisar los datos de este país.

Una salud pobre es una razón por la que las personas se jubilan antes y también puede llevar a una muerte temprana, así que los investigadores tuvieron en cuenta esto a la hora de hacer su análisis.

Durante el período de estudio, murieron alrededor del 12 % de los jubilados sanos y el 25,6 % de los que padecían mala salud. Los sanos que trabajaron un año más tuvieron un riesgo un 11 % inferior de mortalidad, mientras que los de salud precaria que también trabajaron un año más tuvieron un riesgo de mortalidad un 9 % menor. En resumen, trabajar un año adicional tuvo un impacto positivo en la tasa de mortalidad de los participantes del estudio, sin apenas importar su estado de salud.

Abril 30/ 2016 (Noticias de la ciencia) Fuente: Noticias de Salud Al día

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Dieta, medicación, sexo, edad y tiempo de tránsito en el intestino son las variables que más influyen en su flora, tal y como apunta uno de los mayores estudios realizados hasta el momento sobre estas poblaciones. Los hallazgos publicados en Science revelan asociaciones entre la composición de la flora intestinal y el consumo de cerveza o de chocolate negro, entre otros descubrimientos.

El Proyecto Flamenco sobre Flora Intestinal, uno de los mayores estudios en voluntarios sanos sobre la variación de dichas comunidades bacterianas, ha presentado sus primeros resultados, publicados  en la revista Science.

A través del análisis de más de mil muestras de heces humanas, un equipo de investigadores del Instituto de Biotecnología de Flandes, Bélgica, dirigido por Jeroen Raes, ha identificado 69 factores ligados a la composición de la flora. La mayoría de estas variables están relacionadas con el tiempo de tránsito –el que le toma a los alimentos ir desde la boca hasta el final del intestino–, la dieta, la medicación, el sexo y la edad.

Los investigadores han identificado 69 factores ligados a la composición de la flora.

Junto con su equipo, Raes mapeó la composición de la flora intestinal de alrededor de 5 000 voluntarios en Flandes. El propósito fue analizar los vínculos entre la flora intestinal humana y la salud, y el estilo de vida.

Las conclusiones proporcionan información importante para futuras investigaciones y estudios clínicos. Su integración con otros datos recogidos en el mundo revela un conjunto de 14 géneros de bacterias que conforman la esencia universal de la microbiota presente en todos los individuos.

“Nuestro trabajo ha dado una enorme cantidad de nueva información sobre la composición de la microbiota de las personas normales como tú y como yo”, explica Raes. “La mayoría de los estudios anteriores se centraban en enfermedades específicas o en un ámbito geográfico mucho menor”, añade.

Sin embargo, el análisis de la flora intestinal ‘promedio’ es básico para el desarrollo de diagnósticos y medicamentos a base de bacterias intestinales. “Es necesario comprender lo que es normal antes de poder entender y tratar la enfermedad”, añade Raes.

El modo de nacer (parto natural o cesárea) o la alimentación con leche materna no se vieron reflejados en la composición de la microbiota adulta.

Efecto chocolate belga

Al analizar factor por factor, el tiempo de tránsito de las heces mostró la asociación más fuerte a la hora de desentrañar la composición de la flora. También la dieta es un factor importante, fundamentalmente en relación al consumo de fibra.

Además, se comprobó que un grupo de bacterias particular poseía una preferencia por el chocolate negro. “El efecto del chocolate belga”, bromea Raes. También se encontró una asociación entre la composición de la flora intestinal y el consumo de cerveza.

La medicación tenía igualmente un fuerte vínculo con el perfil de la flora intestinal. Sin embargo, otros resultados del proyecto requieren una investigación más profunda, como la relación entre flora intestinal y factores relacionados con la capacidad de absorción de oxígeno.

La lactancia materna no influye

Los investigadores no solo identificaron una asociación con antibióticos y laxantes, sino también con los medicamentos de la fiebre del heno y las hormonas utilizadas para la anticoncepción o para el alivio de los síntomas de la menopausia.

Sorprendentemente, el modo de nacer (parto natural o cesárea) o la alimentación con leche materna no se vieron reflejados en la composición de la microbiota adulta. “Estos resultados son esenciales para estudiar enfermedades como el párkinson, que se asocia típicamente con el tiempo de tránsito intestinal, que a su vez impacta en la composición de la microbiota”, subraya Raes.

Serán necesarios alrededor de 40 000 muestras humanas solo para capturar una imagen completa de la biodiversidad de la flora intestinal.

La colaboración con el estudio LifeLines holandés permitió a los investigadores reproducir sus resultados. Así, más del 90 % de los factores identificados también fueron detectados en la cohorte holandesa.

Colaboraciones internacionales como estas son la clave para avanzar en el campo y acelerar el camino hacia el desarrollo de fármacos basados en la flora intestinal. “La replicación añade una gran robustez a los resultados”, enfatiza Raes.

Aunque el proyecto de la flora intestinal flamenca ha enriquecido enormemente el conocimiento sobre su composición, esto solo permitía explicar el 7 % de su variación. Por ello, todavía queda mucho trabajo por hacer para esbozar todo el ecosistema de esta flora.

El laboratorio de Raes estima que serán necesarios alrededor de 40 000 muestras humanas solo para capturar una imagen completa de la biodiversidad de la flora intestinal. Los autores ya están planificando estudios de seguimiento para explorar la evolución de la flora intestinal en el tiempo.

mayo 03/ 2016 (Sinc) Fuente: Noticias de salud Al día

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Los errores médicos son la tercera causa de muerte en Estados Unidos tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, con unos 250 000 fallecimientos anuales, según los cálculos de dos expertos publicados en la British Medical Journal (BMJ).

Aunque no existen estadísticas oficiales sobre las muertes ocasionadas por errores médicos, estimaciones recientes indican que podrían elevarse a entre 210 000 y 400 000 entre los pacientes hospitalizados en Estados Unidos.

Mediante el uso de estudios que remontan hasta 1999 y extrapolando los datos al conjunto de hospitalizaciones registradas en 2013, Martin Makary y Michael Daniel, de la universidad John Hopkins, llegaron al promedio de 251 454 muertes anuales por errores médicos.

No obstante, esta cifra podría ser superior, ya que solo tiene en cuenta los fallecimientos registrados en el hospital, apuntan.

“Se trata de la tercera causa de muerte en Estados Unidos”, explicó a la AFP Makary, para quien este problema existe en todo el mundo.

“La gente muere por errores en el diagnóstico, sobredosis de medicamentos, cuidados fragmentados, problemas de comunicación o complicaciones evitables”, añade.

Para el investigador, la mala calidad de los cuidados en África ocasiona la muerte probablemente “más gente que el sida o el paludismo juntos”.

Los autores del estudio abogan por poner en marcha medidas que permitan reducir la “frecuencia” y las “consecuencias” de los errores médicos.

En concreto, propone que el certificado de defunción señale si las complicaciones vinculadas a los cuidados desempeñaron un papel importante en la muerte del paciente.

Asimismo, los científicos urgen a poner en marcha investigaciones independientes rápidamente para determinar si se cometieron errores médicos en algunas muertes.

“Un enfoque científico fiable, comenzando por reconocer el problema, es indispensable para responder a las amenazas que pesan sobre la salud de los pacientes”, añaden.
mayo 4/2016 (AFP)  Fuente: Noticias de Salud Al día

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Un estudio sobre más de 300 adolescentes muestra que aquellas que se hallaban deprimidas o decían tener una gran cantidad de estrés eran más propensas a la persistencia del virus.

El estrés y la depresión inciden en la posibilidad de que una mujer con el virus del papiloma humano (VPH) se libre de la infección, según sugiere una investigación presentada en la Reunión de 2016 de  Pediatric Academic Societies

El trabajo, titulado  El estrés psicosocial, las conductas inapropiadas y de persistencia del VPH, evaluó a un grupo de 333 mujeres que los investigadores comenzaron a seguir en 2000. Las mujeres tenían unos 19 años de edad en promedio cuando se inscribieron en el estudio y durante la investigación entraron en el laboratorio cada 6 meses para la recogida de muestras para realizar la prueba de VPH.

Durante el año undécimo del estudio, cuando las mujeres tenían cerca de 28 años de edad, las participantes también completaron un cuestionario en el que se les preguntó acerca de la cantidad de estrés que tenían, cómo lidiaban con el estrés, y si estaban deprimidas. Los científicos compararon sus respuestas con el hecho de si las mujeres tenían persistencia del VPH –lo que significa que todavía daban positivo para el virus– o si se había eliminado la infección. El sistema inmunológico del cuerpo a menudo lucha contra el virus durante un par de años de exposición, según los investigadores.

“Las mujeres que informaron de estrategias autodestructivas, como beber, fumar cigarrillos o tomar drogas cuando estaban estresadas, eran más propensas a desarrollar una infección activa por VPH”, subraya la investigadora principal Anna-Barbara Moscicki, jefe de la División de Medicina de Adolescentes y Adultos Jóvenes y profesora de Pediatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de California Los Ángeles.

“Asimismo, encontramos que las mujeres que estaban deprimidas o percibían tener una gran cantidad de estrés eran más propensas a tener persistencia del VPH”, señala, y agrega que este estudio es el primero en mostrar estas conexiones entre el estrés y la persistencia del VPH.

Las investigaciones han vinculado mucho estrés psicosocial con efectos negativos para la salud, recuerda Moscicki. Estudios anteriores han demostrado que puede conducir a un mayor número de brotes del virus del herpes en las personas infectadas, por ejemplo, y peores resultados médicos entre las personas con cáncer.

Una teoría es que el estrés puede estar vinculado con respuestas inmunes anormales, una idea que los nuevos hallazgos de esta investigación pueden apoyar. Los autores planean más estudios para determinar si los marcadores de inflamación del cuello uterino están asociados con el estrés.

Moscicki considera que el estudio sugiere que se debe advertir a las mujeres con infección por VPH de que reducir el estrés puede ayudarles a eliminar su infección y que el consumo de alcohol o fumar cigarrillos puede dificultar su capacidad para eliminar las infecciones.

“Las infecciones por VPH son la causa de los cánceres de cuello uterino. Sin embargo, las infecciones por VPH son muy comunes y sólo las pocas infecciones que continúan años después de la infección inicial están en riesgo de desarrollar cáncer de cuello uterino -dice–. Esto es alarmante, ya que muchas de estas mujeres adquirieron la infección persistente como adolescentes”.

Mayo 02/ 2016 (JANO)  Fuente: Noticias de salud Al día

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nvestigadores de la Universidad de Murcia (UMU), en España, han estudiado diversos aspectos de la menopausia, comparando lo que comen, la hora del sueño y de la comida y los ritmos diarios de cortisol en saliva (marcador de salud circadiana asociado con el estrés) de mujeres posmenopáusicas con mujeres más jóvenes premenopáusicas.

En el trabajo, publicado en la revista Menopause, se ha utilizado una muestra de 177 mujeres: 127 premenopáusicas (alrededor de los 40 años) y 50 posmenopáusicas (recién entradas en la menopausia).

“Hemos determinado cómo son sus cambios de temperatura y sus ritmos de actividad y reposo durante 8 días consecutivos, mediante unos dispositivos colocados en la muñeca y desarrollados por Juan Antonio Madrid, catedrático de Fisiología de la UMU”, explica Marta Garaulet, investigadora principal del trabajo, quien destaca que las mediciones se han hecho mediante polisomnografía domiciliaria, es decir, en las casas de las participantes, con el fin de evitar el nerviosismo que genera desplazarse al centro médico.

A la luz de los resultados alcanzados, las mujeres posmenopáusicas se duermen temprano y se despiertan precozmente. “Puede decirse que estas mujeres muestran un adelantamiento de fase aproximadamente de una hora en los ritmos de actividad y reposo y en los hábitos de sueño y alimentación frente a las premenopáusicas”, aclara Garaulet.

Además, según otro de los colaboradores de este estudio, José Antonio Ros, del Servicio de Neumología del Hospital Virgen de la Arrixaca, las mujeres después de tener la menopausia presentan con más frecuencia el síndrome de apnea-hipopnea del sueño (SAHS), un problema que conlleva un mayor riesgo cardiovascular: cardiopatía isquémica, hipertensión arterial y los ictus.

En cuanto a los resultados obtenidos sobre el patrón de cortisol del día, la catedrática defiende que las mujeres posmenopáusicas manifiestan un aplanamiento en el ritmo diario del cortisol semejante al que se produce en situaciones de estrés crónico y que se asocian con mayor obesidad en el abdomen y aumento de la presión arterial, y están relacionadas también con trastornos del sueño y cambios en la salud circadiana.

Este trabajo, en el que también han colaborado Cecilia Gómez-Santos y Cristina Bandín Saura, ambas investigadoras del equipo de Obesidad de la UMU, y Pedro Francisco Castell de la Sección de Instrumentación Psicológica de la UMU, revela además que la disminución de la calidad del sueño con la menopausia se asocia a una menor temperatura de la piel durante las horas en las que el sueño debería ser más profundo. Así Garaulet indica que “las mujeres posmenopáusicas tienen menos capacidad de disipar el calor a través la vasodilatación de la sangre periférica”.

Las pequeñas diferencias de temperatura pueden tener un impacto relevante en la calidad del sueño de las mujeres estudiadas. De esta manera, “incluso cambios mínimos en la temperatura de la piel podrían ser suficientes para perturbar el sueño. Por ejemplo, una adecuada vasodilatación en el pie ha demostrado que se asocia con el aumento de la secreción de melatonina y facilita el comienzo del sueño”, añade Garaulet.

Por último, la investigadora de la UMU recomienda a aquellas mujeres que tengan la menopausia utilizar ropa liviana para mejorar la eficiencia del sueño; evitar las mantas pesadas aislantes y la exposición intensa a la luz durante la noche; reducir el estrés y las preocupaciones antes de acostarse; evitar la realización de actividad física durante las dos o tres horas previas a la hora habitual del sueño; cenar al menos dos horas y media antes de ir a dormir y siestas cortas de no más de 20 minutos.

Estudios anteriores a este habían demostrado ya que aproximadamente el 46-48 % de las mujeres entre 44 y 64 años de edad indican alteraciones del sueño. “La razón de esta relación es todavía desconocida, pero puede estar asociada con valores disminuidos de estrógenos o progesterona”, concluye Garaulet.

Mayo 07/2016 (noticias de la ciencia) Fuente: Noticias de Salud al Día