abril 2016 Archivos

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Un proyecto multicéntrico europeo evalúa la eficacia y seguridad de alopurinol administrado de forma inmediata después del nacimiento, compaginándolo con el tratamiento con hipotermia.

El grupo de Peritonatología del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe (IIS La Fe) coordina dos importantes estudios para disminuir el daño cerebral de los bebés que sufren asfixia durante el parto. El primero de ellos es Hypotop, un ensayo multicéntrico español, y el segundo es Albino, un trial europeo financiado por la Unión Europea en el programa Horizonte 2020.

La incidencia de la asfixia perinatal es de 1 a 2 casos cada 1 000 recién nacidos vivos, lo que supone entre 450 y 800 casos anuales en España de neonatos con graves problemas tanto sanitarios, como también familiares, sociales y económicos, según ha informado la Generalitat en un comunicado.

La falta de oxígeno afecta principalmente al sistema nervioso central y al miocardio porque estos órganos pueden aguantar muy pocos minutos sin riego sanguíneo (oxígeno). Esta asfixia provoca que niños sanos puedan morir durante el parto o sufrir graves secuelas como son deficiencias sensoriales, principalmente ceguera o sordera, o parálisis cerebral.

Actualmente, cuando se identifica que un niño ha podido sufrir asfixia durante el parto, se traslada a los centros de referencia (el Hospital Universitari i Politècnic La Fe para los niños nacidos en Valencia y Castellón y el Hospital General de Alicante, para los casos registrados en la provincia de Alicante). El jefe de sección Clínica de Pediatría-Neonatología del Hospital La Fe, el doctor Máximo Vento, ha destacado la importancia de que este traslado se produzca en las primeras seis horas de vida.

“En estas unidades especializadas se induce al bebé una hipotermia, se le baja la temperatura corporal a 34 grados durante 72 horas, para disminuir la inflamación cerebral y así reducir la posibilidad de secuelas. Éste –ha explicado– es un tratamiento complejo que requiere una especialización de los profesionales y en el que el Hospital La Fe fue pionero en España, técnica que está teniendo muy buenos resultados en casos moderados, pero todavía puede mejorar en los casos más graves”, ha destacado.

Proyecto Albino

Para mejorar los resultados en estos casos, actualmente se están llevando a cabo varios ensayos y proyectos de investigación en los que participa el Hospital La Fe. El más importante es el proyecto europeo Albino, que cuenta con un presupuesto de 6 millones de euros.

Este proyecto multicéntrico europeo, en el que participan los hospitales más relevantes de países como Alemania, Holanda, Italia, Suecia, Finlandia, o Portugal, tiene como objetivo evaluar la eficacia y seguridad de alopurinol administrado inmediatamente después del nacimiento, compaginándolo con el tratamiento con hipotermia.

En este sentido, el proyecto también proporcionará información sobre el efecto de la hipotermia y permitirá validar biomarcadores de lesión cerebral neonatal. Todos los aspectos de bioquímica y biología molecular estarán coordinados y realizados por el Grupo de Investigación en Perinatología en el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital La Fe.

Proyecto Hypotop

Paralelamente, el Hospital La Fe está coordinando un ensayo clínico nacional, llamado Hypotop, en el que a los bebés se les administra una medicación para evitar la hiperexcitabilidad de las neuronas que provocan daño cerebral. Es un ensayo que está muy avanzado y en seis meses se podrían obtener ya resultados. Ambos estudios son complementarios y se espera que los resultados puedan mejorar la calidad de vida de estos bebés.

El grupo de Peritonatología del IIS La Fe ha sido referente en la investigación de la hipoxia y reanimación de los niños durante el parto, sobre todo en los bebés prematuros y los resultados de sus investigaciones hicieron cambiar en 2010 los protocolos de tratamiento de los bebés nacidos a término y en 2015 los protocolos de bebés prematuros. Estos estudios has sido defendido como tesis doctorales con obtención de reconocimiento internacional.

Abril 18/ 2016 (JANO) Fuente: Noticias de Salud Al Día

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Un estudio sobre hábitos alimentarios de adultos españoles realizado por expertos de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid muestra que 37,4 % de los participantes sigue dietas inadecuadas.

Las personas que consumen menos de dos raciones diarias de pan tienen un perfil calórico más desequilibrado, ya que la mayor parte de las calorías las obtienen de los lípidos, según ha puesto de manifiesto el estudio ‘Influencia del consumo de pan en la calidad de la dieta y hábitos alimentarios de adultos españoles. Percepciones y conocimientos existentes en torno a este alimento’, realizado por expertos de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

El objetivo de la investigación, en la que han participado 311 personas de entre 18 y 50 años, procedentes de Madrid, Málaga y Pontevedra, ha sido conocer los hábitos alimentarios de la población estudiada, el consumo de pan y el tipo ingerido, la ingesta de energía y nutrientes, así como analizar las diferencias existentes en el consumo de alimentos, ingesta de energía, nutrientes y pautas de actividad en función de la cantidad de pan que toman de manera habitual.

De esta forma, según ha informado la directora del trabajo y profesora titular de la Facultad de Farmacia de la UCM, Beatriz Navia, se ha constatado que el 37,4 % de los participantes tenían dietas ‘inadecuadas y el 25,2 % aceptables, lo que muestra que el 62,6 % tenían una dieta “claramente mejorable”.

Asimismo, más de un 50 % de las personas no tomaban las ingestas recomendadas de folatos, vitaminas A, D y E, ni tampoco de calcio, iodo, zinc y magnesio. Además, sólo el 7,4 % cumplía la pauta de tomar al menos 6 raciones diarias de cereales y legumbres.

El pan de barra, el tipo más consumido

En este punto, los resultados han desvelado que, a pesar de que el 95 % de los adultos reconoce que le gusta el pan, su consumo se sitúa en una medida de dos raciones al día, siendo del pan de barra el más consumido (50 %), seguido del pan integral de barra (12,6 %), el pan blanco de molde (11,2 %) y el pan de molde integral (8,9 %).

Ahora bien, aunque todos los adultos presentaron en el trabajo un perfil calórico y lipídico desequilibrado, con una ingesta excesiva de proteínas, grasas y azúcares sencillos, y un escaso aporte de hidratados de carbono, los que consumían poco pan (menos de dos raciones diarias) tenían un mayor aporte calórico por parte de las grasas y un menor aporte de energía procedente de los hidratos de carbono, que aquellos que ingerían más pan.

En cuanto al porcentaje de adultos con exceso de peso, en el estudio no se han mostrado apenas diferencias entre los que consumen más de dos raciones de pan al día y los que consumen menos, pero sí que hay más personas con sobrepeso en el grupo que toma habitualmente menos pan. Un hecho que la experta lo ha achacado a que, “posiblemente”, estas personas restrinjan su consumo porque consideran que el pan engorda.

Finalmente, la investigación ha mostrado que el 40,7 % cree que el pan engorda y que el 16,2 % que sólo aporta energía. Además, el 13,2 % dice que es falso, y el 50 % que no sabe, que el pan integral puede ayudar a controlar la diabetes. Asimismo, sólo el 12,9 % dicen, “de forma acertada”, que en una dieta equilibrada los hidratos de carbono deben aportar más del 50 % de la energía.

Abril 18/ 2016 (JANO)   Fuente: Noticias de Salud Al día

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Científicos de la Universidad de Granada han coordinado un estudio que determina que la obesidad es un exceso de peso corporal para una altura dada, y no solo un exceso de grasa corporal, como se creía hasta ahora.

Un estudio internacional liderado por la Universidad de Granada (UGR) ha ‘redefinido’ el concepto que la ciencia tiene de obesidad, determinando que esta se trata de un exceso de peso corporal (incluyendo mucha grasa, pero también mucho musculo) para una altura dada, y no solo un exceso de grasa corporal como se había creído hasta ahora.

Este trabajo, publicado en Mayo Clinic Proceedings, ha sido coordinado por Francisco B. Ortega, investigador Ramón y Cajal en la Facultad de Ciencias del Deporte de la UGR, y codirector del grupo de investigación PROFITH, en colaboración con prestigiosos científicos estadounidenses (el epidemiólogo Steven N Blair y el cardiólogo Charles J.Lavie).

Los autores han trabajado con datos del Aerobics Center Longitudinal Study (ACLS), llevado a cabo por el Cooper Institute en Texas, Estados Unidos. En él participaron más de 60 000 personas, que fueron seguidas durante un promedio de 15 años para estudiar cómo factores como la obesidad predicen el riesgo de morir por enfermedad cardiovascular.

Este estudio, a diferencia de la mayoría de los trabajos longitudinales de similares características, evaluó no sólo el peso y talla de los participantes, lo cual permite calcular el índice de masa corporal, sino también la cantidad de grasa y músculo de los participantes mediante la medición de pliegues cutáneos y en una submuestra de más de 30 000 participantes, mediante pesaje hidroestático.

Un concepto de 1832

El índice de masa corporal (IMC) lo propuso por primera vez Adolphe Quetelet en el año 1832, y se usa internacionalmente para definir cuando una persona tiene sobrepeso (IMC≥25kg/m2) u obesidad (IMC≥30kg/m2). Desde entonces hasta la fecha se ha usado en más de 100 000 artículos científicos publicados, siendo por tanto el índice antropométrico más empleado en todo el mundo.

“Sin embargo, el IMC recibe al mismo tiempo muchas y muy fuertes críticas, por su falta de capacidad para discriminar si un alto peso corporal se debe a que la persona tiene mucha grasa, mucho músculo o ambos. Muchos autores proponen que se debería usar el porcentaje de grasa en lugar del IMC, sobre todo cuando se estudie en relación con la enfermedad cardiovascular”, explica Ortega.

Los autores se plantearon si realmente una medida precisa de la grasa corporal sería un predictor más potente de mortalidad por causa cardiovascular que el simple, barato y rápido de medir el IMC. Para sorpresa de muchos, el resultado fue justo lo opuesto: el IMC fue un predictor significativamente más potente que el porcentaje graso en la predicción del riesgo futuro de morir por enfermedad cardiovascular.

El mayor predictor de mortalidad

Es más, incluso cuando el análisis se restringió a la mitad de la muestra (30 000 personas), con estimación de la grasa corporal medida por el método de referencia del pesaje histrostático, un método extremadamente caro y complejo, aun así, el IMC fue el mayor predictor de mortalidad por causa cardiovascular.

¿Cómo es posible que el IMC que consiste en peso (que incluye grasa más musculo) relativo a altura, prediga mejor la enfermedad cardiovascular que indicadores precisos de la cantidad de grasa que tiene una persona?

“Nosotros nos planteamos que una hipótesis posible sería que no solo grandes cantidades de grasa se asocien con mayor riesgo, sino quizás también grandes cantidades de musculo o masa no grasa”, apunta Ortega.

Para ello, los científicos de la UGR testaron esta hipótesis con los datos del presente estudio y se confirmó, lo que explicaría que el IMC, que es la suma de la grasa más el musculo y todo ello relativizado por la altura, sea a nivel epidemiológico el más potente predictor de enfermedad cardiovascular futura que indicadores de la cantidad de grasa de forma aislada. En el estudio, los autores exponen diferentes mecanismos fisiológicos que pueden explicar estos resultados.

Esta investigación ofrece resultados novedosos y casi contradictorios con las creencias existentes, apoya rotundamente el uso del IMC en grandes estudios epidemiológicos, y contribuye a entender mejor lo que es la obesidad y cómo esta se asocia con la enfermedad cardiovascular.

Abril 22/ 2016 (JANO) Fuente: Noticias de Salud Al Día

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Las mujeres que padecen cáncer pueden enfrentar la enfermedad y preservar su fertilidad a través de diversos métodos, aseguraron médicos especialistas en ginecología, reproducción humana y biología.

En conferencia de prensa Jorge García Vargas, ginecólogo y obstetra, destacó la existencia de una nueva técnica para que las mujeres que padecieron o padecen cáncer cumplan con su sueño de ser madres.

Acompañado por los también especialistas y socios del Centro de Fertilidad y Embarazo Procrea, Guillermo Castellanos Barroso y Octavio Herrera Osorio, aseveró que muchas mujeres desconocen que hay nuevos métodos que les permiten cumplir con su derecho de ser madres.

Este deseo y derecho, abundó, pueden concretarse incluso cuando les hayan diagnosticado algún tipo de cáncer, pues estos tratamientos ginecológicos pueden llevarse a cabo con los tratamientos oncológicos.

Subrayó que el derecho a la reproducción es un derecho de todo ser humano de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud y la propia Constitución mexicana.

Por su parte el doctor Guillermo Castellanos Barroso refirió que de acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Cancerología en Estados Unidos, así como su similar en México, se calcula que todo ser humano tiene la probabilidad de 39.6  % de que en su vida sea diagnosticado con cáncer.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan que entre 20 y 30 por ciento de las parejas pueden tener un problema de fertilidad.

El problema de ese porcentaje en muchas parejas deriva en que pueden tener daño en los espermatozoides, en el caso de los hombres, o en los ovarios, en el caso de las mujeres; algunas de las causas que originan dichos daños son los tratamientos contra el cáncer: quimioterapia, radioterapia o cirugía.

“En México, la incidencia de cáncer de mama en mujeres en edad fértil de 15 a 39 años aumentó en 12  %; además, cerca del 76 % de las mujeres sobrevivientes al cáncer no han tenido hijos, en tanto que el 31 % de las que ya tuvieron un hijo desean un segundo embarazo”, añadió.

En tanto Octavio Herrera Osorio explicó que en el Centro de Fertilidad y Embarazo Procrea diseñan un plan de diagnóstico y tratamiento personalizado a fin de cumplir con el sueño de muchas parejas que desean tener hijos o de mujeres solteras que quieran ser madres.

Dicho centro, presente desde hace más de una década en la Ciudad de México y un par de años en la ciudad de Puebla, ofrece diversos métodos para preservar la fertilidad.

Entre ellos mencionaron cirugía, crio preservación de ovocitos, espermatozoides o embriones que permiten a la paciente seleccionar, junto con su médico, cuál es la mejor opción de acuerdo a su caso.

También, dijo, cuenta con el método que consiste en el trasplante de tejido de ovario para preservar la fertilidad de la paciente, técnica que en todo el mundo sólo se aplica en 30 centros médicos, la mayoría en Europa, y solo uno en la ciudad de Puebla.

“Puebla es el único estado que ofrece el trasplante de tejido ovárico, una técnica innovadora que consiste en la extracción y congelación de una parte de dicho tejido para luego reimplantarlo”, explicó.

Señaló que muchas mujeres, por falta de información, son condenadas a no ser madres tras conocer un diagnóstico de cáncer.

Abril 23/ 2016  (Notimex).- Tomado del Boletín de Prensa Latina Copyright 2016. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

 

Fuente: Noticias de Salud Al Día

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Su composición sigue siendo un auténtico rompecabezas científico, el mejor secreto guardado de la leche materna, el que la hace inimitable. En su afán por conocer más sobre la receta mágicade este súperalimento para bebés, un grupo de expertos del Instituto de Fisiología de la Universidad de Zurich, Suiza, ha descubierto que es aún más compleja que la del resto de mamíferos. De hecho, contiene más de 200 moléculas de azúcar diferentes, muy por encima de las 30-50 que se encuentran, por ejemplo, en la leche de ratón o en la de vaca.

Como argumentan los autores de esta revisión, que acaba de publicar la revista Trends in Biochemical Sciences,  “los bebés nacen estériles de bacterias en sus intestinos. Sin embargo, a los pocos días, cuentan con millones de ellas y a la semana, con miles de millones y todo gracias, precisamente, a los azúcares que provienen la leche de la madre”. Se cree que cada uno de los 200 azúcares tiene un papel determinante y beneficioso para el fortalecimiento del microbioma del recién nacido.

Precisamente la leche materna de los primeros días está repleta de azúcares, también contiene gran cantidad de proteínas, vitaminas y células con función inmune. Un cóctel perfectamente adaptado para las necesidades de las primeras horas y los primeros días. Ya se sabe que conforme pasa el tiempo, la composición de la ‘primera comida funcional de la naturaleza’ varía. “La primera leche materna se encarga de favorecer la colonización del intestino por grupos específicos de bacterias”, expone el co-autor del estudio, Thierry Hennet, de la Universidad de Zurich. Moléculas como la inmonoglobulina A (IgA) y los oligosacáridos protegen de las infecciones gastrointestinales y favorecen el desarrollo de la microbiota.

La leche materna humana ayuda a sentar las bases para el sistema inmunológico del recién nacido. Su carga de anticuerpos y moléculas frenan el crecimiento de bacterias dañinas y favorecen la coordinación de la actividad de los glóbulos blancos.

Al mes, cuando el niño comienza a desarrollar un sistema inmune, la composición de la leche materna empieza a cambiar. Los niveles de anticuerpos maternos se reducen, al igual que la diversidad de azúcares, pero la leche madura y se enriquece con un mayor número de nutrientes grasos y otros que apoyan el crecimiento infantil.

Esta forma de nutrición lleva años acompañando al ser humano y la lista de ventajas no deja de engrosar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), reduce la mortalidad infantil y la incidencia de enfermedades infecciosas, otitis, diarreas, neumonías o infecciones de orina. A largo plazo, también se asocia a menos probabilidades de alergias y diabetes. Además, algunos estudios apuntan que el pequeño experimenta un desarrollo cognitivo más destacado. Los beneficios no se restringen a los más pequeños. En la madre disminuye el riesgo de cáncer de mama y de ovario, de diabetes y depresión postparto. Por todas estas razones, a la leche materna es el ‘oro biológico’ de la nutrición infantil. De hecho, una investigación publicada a principios de este año señalaba que incrementar la lactancia materna podría prevenir más de 800.000 muertes infantiles y hasta 20.000 fallecimientos por cáncer de mama cada año en el mundo.

“La leche materna es un producto natural de millones de años de evolución que ciertamente posee los nutrientes óptimos para un recién nacido y sus siguientes etapas”, apunta Lubor Borsig, otra de las firmantes del estudio. De hecho, la OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida y después propone complementarla con alimentos como fruta, verdura y carne hasta el año. Sin embargo, apostilla Borsing, “son las familias las que deben tomar la decisión en cada caso, no los científicos. Lo que los investigadores pueden hacer es seguir trabajando en la comprensión del papel de las diferentes moléculas de las que se compone la leche materna, algo que ahora resulta más fácil que hace unos años, gracias a los avances en tecnología de secuenciación de genes”. En los próximos años, confían los dos autores de la revisión, se conocerá mejor el rol de las hormonas de la leche materna humana y el papel exacto de las diferentes poblaciones bacterianas en el intestino del bebé.

Abril 22/ 2016 (ediciones médicas)  Fuente: Noticias de Salud Al Día

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Los niveles de cortisol, una hormona del estrés, antes del embarazo podrían afectar al riesgo de tener un bebé con bajo peso al nacer (< 2,5 kg).

Típicamente, los niveles de cortisol son elevados cuando uno se despierta por la mañana y luego se reducen durante el día, pero algunas personas tienen un nivel bajo de cortisol en la mañana y un declive inferior al normal durante el día. Ese patrón anómalo, asociado con el estrés crónico, se ha vinculado con la progresión de diferentes trastornos.

Los investigadores han hallado que el mismo patrón de cortisol que se ha vinculado con el estrés crónico se asocia con tener un bebé con bajo peso al nacer. Observaron a 142 mujeres estadounidenses embarazadas, en las cuales analizaron la presión arterial, el índice de masa corporal, los niveles de cortisol en su saliva y otros factores. Parece que un nivel elevado de cortisol en la madre reduce el flujo sanguíneo al feto, lo que disminuye el oxígeno y los nutrientes disponibles.

Los resultados del estudio se encuentran publicados en Health psychology Journal

Abril 22 / 2016 (HealthDay)  Fuente: Noticias de Salud Al Día