cancer

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Solamente se conoce un pueblo en el mundo que está libre totalmente de cáncer en cualquiera de sus formas. Son los hunda, de Cachemira, en la India, conocidos también por su gran longevidad.

Fuente: Curiosidades médicas

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Dolor agudo o episódico por cáncer
La IASP (Asociación Internacional para el Estudio del Dolor) define el dolor como «una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño hístico real o potencial, o descrito en términos de tal daño» (Merskey, 1979).1  El dolor agudo se define como de reciente aparición y probable duración limitada, con relación causal y temporal y daño real desencadenado por estímulos nocivos, nociceptivos y neuropáticos, asociado con daño potencial y función anormal de músculos, tendones, huesos y vísceras, sin producir lesión hístico actual o real, mientras el dolor crónico persiste más allá del tiempo de curación de lesiones o enfermedades, sin identificar una causa para ello.  Bonica lo definía como aquel prolongado más de un mes después del curso habitual de un proceso agudo o del tiempo razonable para sanar una herida, o todo dolor asociado a un proceso patológico crónico causante de dolor continuo o recurrente. El propio Bonica consideró al dolor por cáncer como el provocado por un tumor maligno o por la terapéutica sobre el mismo, o ambas causas. Este dolor tiene un debut agudo que transitará hacia la curación o la cronicidad y dependería de la superficie hística afectada y del estadio de la enfermedad. Se deben considerar las formas fisiopatológicas de presentación y las variantes sindrómicas evolutivas. El dolor por cáncer nunca debía conceptualizarse como un dolor agudo por «la duración limitada» propia de éste pero sus patrones temporales evolutivos se imponen. Se ha clasificado en la literatura como agudo, subagudo, crónico e intermitente. En Norteamérica, en 2007, 11.7 millones de ciudadanos sufrieron algún tipo de cáncer invasivo de los cuales 8.7 millones padecieron dolor severo que obligó a emplear opioides; 5.7 millones de ellos tenían más de 60 años. Estos pacientes transitaron por etapas agudas, crónicas y en ocasiones del tipo intermitente conocido como breakthrough pain, variedad que se mantiene hasta el final de sus días en algunos pacientes con toma ósea.
Dr. Jorge L Yera Nadal.
Clínica del Dolor del Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras
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Anestesia Oncológica: Más allá del propio acto anestésico quirúrgico.
VIHPor:  Dra. Sahily Irene López Rabassa, Especialista 2do Grado Anestesiología y Reanimación, Profesor Auxiliar de la Universidad de Ciencias Médicas Camaguey, Máster en Urgencias y Emergencias Médicas, Jefe de Servicio Unidad Quirúrgica Hospital Docente de Oncología.
En el XVI Congreso Francés de Anestesiología (1964) la Decanatura de la Facultad de Medicina y Farmacia de Marsella expresó: (1)
“Para poner en marcha las terapéuticas moder¬nas, se requiere un número mayor de anestesiólogos reanimadores, expertos y calificados, provistos de una triple formación:
• Clínica, porque actúan sobre el hombre en¬fermo.
• Técnica, porque emplean instrumental de manejo difícil y renovación continua.
• Biológica, porque les es indispensable un fondo de conocimientos fisiológicos, farma-cológicos y bioquímicos para la adecuada selección de los agentes y métodos anestési¬cos y para vigilar las consecuencias de sus actos…
La Anestesiología Moderna se sustenta en estos tres grandes campos.  La Anestesia Oncológica nace entre caminos tan angostos y hoy gana fuerza en el campo de la formación biológica, cuando unificamos los conocimientos anestésicos a la amplia gama de alteraciones oncológicas que nos enfrentamos.  La terapéutica del tratamiento del cáncer tiene su base en la medicina molecular y será en un futuro quien nos dará finalmente la cura de esta enfermedad.  Mientras científicos se debaten cada día en esta difícil tarea nosotros tenemos en manos la posibilidad de brindar tratamientos quirúrgicos cada día más invasivos  con la promesa de una mejora de su enfermedad y calidad de vida.
Entonces miremos más allá del propio acto anestésico quirúrgico, y veamos al paciente en su antes, su transcurso y su después. En eso se basan nuestras decisiones anestésicas y estamos hablando del estrés psicológico,  la recuperación postquirúrgica del paciente, su   inmunidad, de recidivas tumorales, de calidad de vida. Hacia estos puntos deben estar encaminadas nuestras técnicas de anestesia, pues cada uno de nuestros procederes terapéuticos tiene una repercusión en la producción de los mismos.
La inmunidad del paciente oncológico se ha convertido en el centro de su evolución y se ve afectada por múltiples factores unos modificables y otros no, en los cuales podemos trabajar desde el momento en que el paciente cae en nuestras manos. (2)
La enfermedad de base oncológica y sus tratamientos oncoespecíficos son la primera causa inmunosupresora de base que traen estos pacientes. Se han determinado cambios inmunitarios que pueden aparecer también antes de la cirugía dados por  el estrés psicológico y físico del paciente que va a ser sometido a una cirugía  y que pueden contribuir a producir alteraciones. La cirugía, con indudable potencial curativo, se relaciona con un estado de inmunosupresión que puede favorecer la aparición de metástasis algún tiempo después de la intervención debido fundamentalmente al trauma quirúrgico, a la activación del eje del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal y a la inflamación. Las medidas encaminadas a disminuir el estrés quirúrgico pueden tener un efecto benéfico no solo a corto plazo, sino también sobre el pronóstico de la enfermedad oncológica a la que hayan sido sometidos, así como el control del dolor, el estrés psicológico, la normotermia y la transfusión sanguínea juiciosa.(3, 4)
Basados en estos aspectos recomendamos una serie de elementos a tener en cuenta a la hora de someter al paciente oncológico al acto anestésico:
– Una correcta preparación psicológica del paciente que comienza en nuestra consulta de anestesia y premedicación adecuada.
– La reducción del trauma quirúrgico mediante técnicas laparoscópicas siempre que sea posible.
– La utilización de técnicas anestésicas/analgésicas basadas en el uso de propofol, tramadol, AINE y anestesia regional con anestésicos locales y la consiguiente disminución del consumo perioperatorio de opiáceos.
–  Disminuir el empleo de transfusiones evaluando preoperatoriamente la  elevación preoperatoria de hemoglobina fundamentalmente con el uso de eritropoyetina,  disminuir umbral transfusional y  el sangrado quirúrgico con medidas farmacológicas, anestésicas y quirúrgicas, así como uso de la  transfusión autóloga.
Si somos capaces de garantizar un acto anestésico exitoso hemos hecho bien, si  somos capaces  de contribuir a mejorar el pronóstico y  la calidad de vida del paciente oncológico hemos hecho mejor, si aun así le brindamos nuestro conocimiento, nuestro ciencia, nuestro apoyo, nuestra  mano en un momento difícil hemos dado lo mejor y mas humano de nosotros, hemos dado simplemente vida.
                             
Bibliografía:
1. José Ricardo Navarro V.Eventos críticos en anestesia. Rev. Colomb. Anestesiol. Nov 2011 – enero 2012. Vol. 39 (4): 573-86.
2. G. Sánchez-Pedrosa, I. Garutti, F.J.G. Moraga.  H.D. Orozco. Diseminación tumoral perioperatoria. 1. Influencia de los factores perioperatorios. Rev Esp Anestesiol Reanim. 2012;59(5):259—66.
3. G. Sánchez-Pedrosa, I. Garutti, F.J.G. Moraga.  H.D. Orozco. Diseminación tumoral perioperatoria. 2. Efectos de la anestesia y analgesia. Rev Esp Anestesiol Reanim. 2012; 59(5):267—75.
4. Dr. José Emilio Mille-Loera. La transfusión sanguínea como factor pronóstico en el paciente con cáncer. Rev Mex de Anestesiol  Abril-Junio 2006; 29(1): 221-25.

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