supervivencia

Un equipo de Suiza que entrevistó a más de 500 adultos mayores con insuficiencia cardíaca halló que tres cuartos preferirían vivir más tiempo con síntomas que vivir menos pero sin síntomas.
«Los resultados me sorprendieron bastante», dijo el autor principal, doctor Hans-Peter Brunner-La Rocca, del Hospital de la Universidad de Basilea, en Suiza.
«Cuando los pacientes llegan a una edad en la que se percibe más la probabilidad de morir en cualquier momento, la supervivencia sería lo más importante», agregó Brunner-La Rocca, que también trabaja en el Instituto de Investigación Cardiovascular del Centro Médico de Universidad de Maastricht, en Holanda.
La insuficiencia cardíaca es una enfermedad crónica e incurable en la que el corazón no puede bombear suficiente sangre a todo el organismo. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por su sigla en inglés), afecta a 6 millones de estadounidenses.
Los síntomas son disnea, fatiga, debilidad, inflamación de las piernas y los pies, y pérdida de la capacidad de caminar o hacer ejercicio. La presión alta, la enfermedad coronaria o la diabetes van debilitando el músculo cardíaco, lo que puede causar insuficiencia cardíaca.
El equipo entrevistó a 555 pacientes con insuficiencia cardíaca (la mayoría tenía 70 u 80 años) sobre sus preferencias para el final de la vida. Los autores repitieron la encuesta al año y, de nuevo, al año y medio.
Al inicio del estudio, el 74 % dijo que no cambiaría un año más de vida con excelente salud por dos años más de vida con el estado de salud actual.
Al año, el 80 % expresó que cedería tiempo de vida a cambio del alivio de los síntomas y a los 18 meses, muy pocos habían cambiado de idea.
Al preguntarles si querían recibir maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP) durante una crisis, un tercio dijo que no quería ser resucitado. Pero aun en quienes tenían la indicación «no resucitar» en la historia clínica, un tercio expresó que sí desearía recibir RCP.
El doctor Eugene Storozynsky, del Centro Médico de la University of Rochester, señaló que la muestra estudiada representaba un amplio rango de pacientes con insuficiencia cardíaca, desde aquellos con pocos síntomas hasta personas con problemas mucho más severos.
Para los pacientes con formas más leves de la enfermedad, los síntomas no serían tan malos como para ceder un poco de tiempo de vida a cambio de mejor calidad de vida.
En cambio, los pacientes con insuficiencia cardíaca muy avanzada quedan internados varias veces en un período breve debido a los síntomas. «La expectativa de vida sería de seis meses o menos sin el uso de terapias avanzadas», precisó.
«A los participantes del estudio no les molestaban tanto los síntomas, de modo que los definiría como no tan enfermos como aquellos con insuficiencia cardíaca avanzada», manifestó Storozynsky.
Los participantes que dijeron que cederían el alivio de los síntomas a cambio de más tiempo de vida tendían a ser mayores, generalmente mujeres y tenían más síntomas, lo que sugiere que los pacientes modificarían el manejo de la enfermedad con los años.
«Deberíamos conversar con los pacientes sobre todos los estadios de la insuficiencia cardíaca para que sepan que en la etapa más avanzada se les acortará la vida. Y no para asustarlos, sino para informarlos y adaptar el tratamiento a sus deseos», finalizó el experto.
Diciembre 1 /2011(Intramed)

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Investigadores de la Universidad de Michigan (UM) descubrió una enzima que desempeña un papel en la metabolización de la vitamina D y que puede pronosticar la supervivencia al cáncer de pulmón. De acuerdo con las estadísticas esa enfermedad se presentará este año en 222 520 personas y causará la muerte a 157 300 de ellas. Los resultados de la investigación, publicados en la Clinical Cancer Research, indican que los niveles elevados de la enzima llamada CYP24A1 bloquean la vitamina D y ayudan a determinar el grado de supervivencia en casos de cáncer de pulmón. Los niveles referidos pueden ser hasta 50 veces más altos en el adenocarcinoma pulmonar que en el tejido normal del pulmón y, cuanto más altos son, más probable es que los tumores sean más agresivos, concluye el estudio. El estudio estuvo a cargo de investigadores del Centro Integral del Cáncer de la UM, liderados por Nithya Ramnath, profesora en la Escuela de Medicina. En la investigación, aproximadamente un tercio de los pacientes con cáncer de pulmón mostraron niveles elevados de esa enzima y después de cinco años su tasa de supervivencia resultó la mitad de la de los pacientes con niveles bajos de la misma. Los investigadores vincularon el resultado a la manera en que la enzima interactúa con el calcitriol, la forma activa de la vitamina D, que muestra un papel normal y crucial cuando se mantiene en buen nivel. Sin embargo, cuando suben los niveles de la enzima ésta empieza a interferir con los efectos positivos anticancerígenos de la vitamina D. Estudios anteriores ya habían vinculado los niveles bajos de vitamina D con una incidencia más alta del cáncer y peores tasas de supervivencia. El estudio propone buscar formas de usar la vitamina D como ayuda para impedir que el cáncer de pulmón recurra y se propague después de la cirugía, e indica la posibilidad de usar los niveles de la CYP24A1 para personalizar el enfoque en pacientes que podrían beneficiarse más. «La mitad de los cánceres de pulmón son recurrentes después de la cirugía, por lo que es importante encontrar una forma de impedir o demorar esta reaparición», dijo Ramnath.
Consideró que un compuesto natural como la vitamina D es atractivo porque tiene pocos efectos secundarios, pero es «aun mejor si se determina exactamente quién se beneficiará al recibirla». Los investigadores también trabajan en la identificación de compuestos que bloqueen la CYP24A1, lo que restauraría los efectos positivos anticancerígenos de la vitamina D, con el fin de lograr que este inhibidor se combine en los tratamientos con la vitamina D.
Chicago, 2 Mar(Notimex)

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La supervivencia global al linfoma de células del manto (LCM), entre los 3 y 4 años, se ha duplicado en los últimos 30 años y se espera que, en el futuro pueda elevarse hasta los seis años, según el doctor Mariano Provencio, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda y coordinador de la I Jornada de Actualización en Linfoma de Células del Manto (LCM), celebrada en Madrid.»Gracias a los recursos invertidos en la investigación de esta enfermedad, desde 1975 la mediana de supervivencia global se ha multiplicado por dos, y se prevé que con la ayuda de nuevos diagnósticos y los tratamientos existentes se logre una supervivencia en torno a los 6 años», afirma el doctor Provencio.
Este encuentro, que cuenta con el aval del Grupo Oncológico para el Tratamiento y Estudio de los Linfomas (GOTEL) y con la colaboración de la compañía Pfizer, tiene como objetivo actualizar los conocimientos de expertos nacionales e internacionales sobre el tratamiento del linfoma de células del manto.
El LCM, enmarcado dentro de los Linfomas No Hodgkin y en concreto, perteneciente al subtipo de los Linfomas de Células B, muestra la peor supervivencia dentro de este grupo de linfomas. La evolución de la enfermedad es variable en cada paciente, pero en general la mediana de supervivencia global es, tan solo, de 3 a 4 años.
Por lo general, afecta a mayores y especialmente a varones, entre la franja de los 65 y 70 años de edad. Su incidencia mundial se estima en torno al 6% de todos los subtipos del Linfomas no Hodgkin, los cuales afectan a 10 de cada 100 000 personas en todo el mundo. Según estos datos, el LCM afecta a 0,6 personas de cada 100 000. Este es el motivo por el que se considera una enfermedad rara.
En prácticamente todos los casos de LCM se produce un aumento de la ciclina D1, una proteína que forma complejos celulares y causa un defecto genético que constituye el rasgo distintivo de la enfermedad: la translocación cromosómica recíproca t. En el tratamiento de esta enfermedad se ha descubierto que la actividad quinasa de los inhibidores de mTOR es fundamental en la regulación de proteína ciclina D1 que se sobreexpresa en el LCM.
En este sentido, el doctor Provencio destaca que la actividad quinasa de mTOR es «fundamental en la regulación de la proliferación, crecimiento y supervivencia celular». «La molécula indirectamente posee un efecto antiangiogénico, que disminuye la formación de vasos por parte del tumor y con ello la velocidad de crecimiento», concluyó.
Madrid, julio 6/2010 (Europa Press)

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